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Sawgrass

La Razón
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Hay lugares que constituyen una radiografía de primera magnitud de una sociedad concreta. Es el caso de Sawgrass en Florida. En apariencia, Sawgrass no pasa de ser un gigantesco centro comercial situado cerca de Fort Lauderdale, a algo más de una hora de camino de Miami. En la práctica, es toda una visión del mundo que no se corresponde con la que pueden tener muchos a este lado del Atlántico, pero que resulta, guste o no, infinitamente más real. Les invito a realizar un sencillo ejercicio de comprobación de lo que es la cultura en un lugar así. Por ejemplo, si penetran en la gran librería de Sawgrass, muy superior al noventa y cinco por ciento de las españolas, encontrarán que sólo existen dos lenguas, el inglés y el español. De manera exclusiva aunque dispar, ya que el inglés representa el ochenta por ciento de los materiales. En el mundo civilizado, sólo hay dos lenguas de carácter internacional. Una es el inglés y la otra es la que pretenden extirpar los nacionalistas catalanes –difícilmente se puede ser más bruto y malicioso– de varias regiones españolas. Con los textos de idiomas, de nuevo, los datos son abrumadores. La primera lengua extranjera es el español y luego vienen el árabe, el chino, el hebreo y casi por compasión el alemán y el francés. Aprender otra cosa no pasa de ser una rareza rayana en lo patológico. Pasemos ahora a la música. De nuevo, casi el ochenta por ciento procede de Estados Unidos aunque en ese mundo se integra a algunos británicos de peso –ya se sabe, los primos que decía John LeCarré– como Elton John o los Beatles. El otro veinte por ciento es el mundo hispano en el que está incluida España por razón de cultura y de lengua. Luego un uno o un dos por ciento aparece el resto del mundo. Así, Tíbet tiene su representación al lado de una Irlanda que supera –por razones obvias– a Francia o a Italia. A decir verdad, salvo Piaf, Aznavour y Jhaled, Francia no existe. No está mal que en un país tan nacionalista, la representación mayoritaria la tengan un armenio y un argelino. Pero déjenme detenerme en España porque España es Raphael, es Julio Iglesias, es Miguel Gallardo, es Fangoria y es los Hombres G. Serrat no existe como muchos sostienen desde hace décadas. Por supuesto, resulta imposible encontrar la menor referencia a Cataluña o las Vascongadas. Tampoco existen y si alguna vez alguien se cruza con ellas –no en Sawgrass, en el mundo– es porque forman parte de esa España que habla la lengua del mundo hispano. ¿Y eso es todo lo que hay de Europa?, gritará alguno escandalizado. No. En Sawgrass, se puede encontrar a Bach y a Prokofiev, a Verdi y a Albéniz, pero con ese respeto que se siente hacia el pasado glorioso que no por eso deja de ser pasado. Basta pasar por Sawgrass para ver cómo es el mundo y cómo en España hemos decidido darle la espalda a la realidad cegados por ese estúpido fanatismo que ha convertido Cataluña y las Vascongadas en sendos eriales del pensamiento, que amenaza con transformar a generación tras generación en siervos de la gleba que sólo hablan una lengua minoritaria inexistente internacionalmente y que sólo piensan en los términos microcefálicos del nacionalismo.