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Sin semáforos a la hora de comer
El veinte por ciento de los discos de la capital dejaron ayer de funcionar / La modificación del software del sistema provocó el apagón de las luces
«Lo siento, pero es que no funcionaba ningún semáforo y estaba todo imposible». En muchos restaurantes de la capital esta fue una de las frases más repetidas ayer al sentarse a la mesa. La razón: la caída de parte del sistema que regula los «discos» de Madrid. Una guía más necesaria en la ciudad que la del ocio para los ociosos.
En plena hora punta culinaria, a eso de las dos de la tarde, más del veinte por ciento de los semáforos dejaban de funcionar. Según fuentes de Movilidad, técnicos especializados se afanaban en ese momento en modificar el software del sistema cuando, de pronto, por razones que se desconocen, se vino abajo.
Al parecer, el control de las luces de Madrid se dividen en cinco sectores. El más importante es el que regula los «discos» del Centro, Castellana y del eje Prado-Recoletos. Precisamente el que dejó de funcionar ayer.
Además, las mismas fuentes explicaron que al estar todo el sistema centralizado, aunque sólo un sector de los cinco se venga abajo, se produce una especie de efecto dominó. Porque en las fronteras de los sectores, los semáforos que sí funcionaban no se coordinaban con los que no mostraban ninguna indicación a conductores y peatones. Una circunstancia que elevó el número de cruces en Madrid sin guía alguna.
Acerca de las consecuencias del corte, las versiones son para todos los gustos. Pablo, un joven estudiante cree que los que más se asustaron fueron los turistas. «Han estado minutos y minutos entre dos cruces porque les daba miedo cruzar, los de aquí lo hemos hecho con más soltura», se jactaba.
Su primo, en cambio, bromeaba y aseguraba que en la Castellana «si me apuras ha habido menos tráfico que otros días».
Porque parece que la situación no colapsó la ciudad. Paula, una joven ingeniera se sentía orgullosa, «creía que aquí éramos más animales, pero la gente se ha comportado muy bien». Ana, sin embargo, se quejaba de la falta de agentes. En cualquier caso, el caos circulatorio apenas duró treinta minutos, aunque el sistema estuvo caído durante horas. De hecho, a las ocho de la tarde había todavía semáforos que no funcionaban.
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