Crítica de libros
Temen el acoso a Telma Ortiz
e están inquietando más de lo que lo hizo la hermanísima para evitar lo inevitable. Su confirmado estado de buena esperanza fue un jarro de agua fría, una ducha inesperada y el punto final a un año no especialmente grato para la Familia Real, en parte por las nada soterradas maniobras políticas desestabilizadoras. Los ataques, en gran medida, han venido de fuera y no desde la propia Familia Real. Y sé lo que digo: la noticia les cogió por sorpresa, y parece que Telma solicitó a su hermana que mantuviera la discreción incluso ante sus más allegados. De ahí que en la Pascua Militar del domingo no hubieran digerido aún el trago.
Aunque a mal tiempo buena cara, como se vio en la Princesa de Asturias, a quien nadie le planteó el peliagudo asunto familiar. ¿Que Telma está en su derecho de ser madre cuando le venga en gana? Ninguna objeción si, con tal postura, no se viera afectada la familia de Sus Majestades, que bastante tienen con lo suyo, especialmente la Infanta Elena y Jaime de Marichalar, a quienes nada les habría costado hacer un poco de paripé, simple formulismo, para evitar portadas como las publicadas en «¡Hola!» y «Semana».
Interés mediático
Inmortalizaron, y no para bien, la hondura del distanciamiento entre la pareja: resultó tremendo ver a la primogénita del Rey casi cerrando la puerta a su todavía marido –nunca me creí lo del «cese temporal de la convivencia»– como impidiéndole entrar. Igual de tristes fueron las imágenes de un reciente paseo por Soria del duque con sus dos hijos, una estampa desoladora. No fingen ni aparentan. Son así de claros y tal actitud no presagia un posible o futuro arreglo.
Pero vayamos con la hermana de Doña Letizia, a quien por cierto felicité por su nueva y recortada melena. La prefiero con el pelo largo y ondulado en las puntas, pero ella aseguró que «a mí me resulta más cómodo así. Además, siempre he cambiado mucho de peinado, esto no es cosa de ahora». De ahí que sorprenda a menudo, deje impronta y cree estilo en cada una de sus apariciones. Se preocupa por su imagen de la misma manera que su hermana no lo hace por estar a la altura, y no se trata de una cuestión personal. Provoca el efecto rebote y esto afecta a la Princesa. Y si en el palacio de la Zarzuela pasan por alto que Telma se haya convertido en una cooperante cinco estrellas que conduce coche propio con aire acondicionado en cada misión –parece que un servicio prestado por nuestras embajadas–, ahora les lleva de cabeza ver cómo reaccionará la joven ante el acoso informativo. Y ya se sabe que su padre e incluso su abuela Menchu suelen rebotarse ante el excesivo interés de la Prensa, algo que no hace Paloma Rocasolano. En Zarzuela, según mis noticias, proyectan alguna indicación para que Telma Ortiz no pierda la calma ante el morbo despertado con un embarazo al que tiene todo el derecho. Pero tenía que haber pensado en cómo afectaría a Doña Letizia.
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