Presidencia del Gobierno
Templanza y machaconería
Hay personas que se desesperan por lo lento que avanzan las cosas, y otras se desesperan porque avanzan, aunque lentamente. De los dos tipos tenemos en Catalunya. Todos desearíamos obtener las cosas en el mismo momento de pensarlas y más si son imprescindibles y se está plenamente legitimado para alcanzarlas.A pesar de ello, la cultura del esfuerzo nos advierte que sólo mediante la templanza y la machaconería es posible alcanzar unos resultados positivos y duraderos. Eso es lo que nos está ocurriendo con la financiación autonómica. El acuerdo avanza con lentitud –excesiva– fruto de todas las zancadillas, inexactitudes, agresiones y dudas que genera. Y a ello se apuntan los dos extremos, tratando de evitar que se materialice. Así hemos visto descalificar por insuficiente un acuerdo que todavía no existe, incluso a personas que como Duran Lleida intentan presentarse como moderadas y ecuánimes. No lo hacen a partir de una evaluación objetiva del acuerdo, sino por temor a él. Hay consciencia de que el acuerdo que buscan los presidentes español y catalán es posible y necesario y que para ello debe ser justo y equilibrado. Pero, que una cosa sea posible no quiere decir que se produzca. Se requiere determinación y asunción del riesgo. Si buscando el máximo obtuvieran el desacuerdo, fracasarían. Si obsesionados por el acuerdo no sea alcanzara lo máximo posible, fracasarían. Para ser precisos, fracasarían ellos y quienes recibirían sus frutos. Sólo ganarían quienes se opusieran a cualquier acuerdo por interés particular.
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