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Un frenético final de campaña
Ante la ausencia de jornada de reflexión, los candidatos a la Casa Blanca apuran hasta el último momento para ganar votos en los Estados clave.Obama cuenta con más de seis puntos de ventaja
Si es domingo debe de ser Florida. A no ser que sea el domingo previo al 4-N, de que el mapa electoral presente sombríos desafíos y de que seas parte del «ticket» republicano. En ese caso, si es domingo es Pensilvania, New Hampshire, Florida y Ohio. Éste fue ayer el frenético itinerario de John McCain y Sarah Palin, a 48 horas de que se abran las urnas. Los republicanos agotaron ayer el reloj electoral en Estados donde las encuestas favorecen ligeramente a su rival, Barack Obama, pero donde ven signos que indican que pueden acabar mañana en su columna. El día empezó para McCain en Pensilvania, con 21 votos electorales, donde el Partido Republicano estatal le tendió un cable en las televisiones locales emitiendo un anuncio sobre la relación de Barack Obama con el polémico reverendo Jeremiah Wright. «Amigos, quiero repetirlo una vez más: vamos a ganar y vamos a llevar el cambio de verdad a Washington», dijo McCain. «Dos días, sólo quedan dos días hasta la victoria», rugió el republicano. Su siguiente escala le llevó a un Estado talismán para el veterano de guerra, New Hampshire, donde siempre han resucitado sus ambiciones políticas cuando, como hoy, todos los pronósticos vaticinaban su derrota. Fue en este pequeño Estado, con sólo cuatro votos en juego, donde McCain ganó a George Bush en 2000 y donde consiguió durante las primarias de este año encarrilar su campaña con una rotunda victoria. Ayer McCain pronosticó allí de nuevo su victoria, aunque no muy lejos, un político que también triunfó en New Hampshire le hacía la competencia: Bill Clinton era ayer el enviado especial de Obama a aquel Estado. El candidato demócrata, confiado por los diez puntos de ventaja que le otorgan allí las encuestas, ya ha dado por terminada esa batalla. Mientras McCain recalaba en la imprevisible Florida, Obama viajaba durante todo el día por las industrias decadentes de Ohio, un Estado temido por los republicanos, ya que ningún presidente conservador ha ganado la Casa Blanca sin ganar primero Ohio. Los demócratas fracasaron fatalmente en el llamado Buckeye State hace cuatro años por falta de medios, pero este año tienen una impresionante organización de voluntarios. Eso, y la inestimable ayuda de Bruce Springsteen. El «Boss» se unió ayer a Obama en Cleveland reuniendo a decenas de miles de personas. De Ohio dicen las encuestas que los votantes indecisos tendrán la última palabra. Obama está a una media de cuatro puntos por delante de McCain, pero este «swing state» constituye una de las incógnitas que sólo despejaremos cuando se cuenten los votos. Además de con música, Obama se trabajó a Ohio con artillería pesada. Lanzó un anuncio más para unir a McCain a la impopular Administración Bush. Pero esta vez no era el presidente el señalado, sino el vicepresidente Dick Cheney, que en el peor momento decidió apoyar públicamente al senador de Arizona. El spot recoge las declaraciones del vicepresidente: «Estoy encantado de respaldar a John McCain» y sus aduladoras palabras destacando el «talento ejecutivo y el sentido común» de Sarah Palin, mientras recuerda algunos de los apoyos públicos que ha recibido el demócrata, como el del ex secretario de Estado Colin Powel y el inversor multimillonario Warren Buffet. «Tras votar el 90% de las veces por Bush, McCain se ha ganado el apoyo de Cheney», dice el narrador con sorna. Tras este domingo de infarto, los candidatos afrontan hoy sus últimos dos días de campaña desde estas posiciones: Obama obtendría el 50,5% de los votos y McCain un 44,2%, según la media de las encuestas de RealClearPolitics.com.
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