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Un testimonio sobre una guerra sin sentimientos

La Razón
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«Nos divertíamos un montón. Jamás sentí miedo. Al contrario. Todo aquello no me lo tomaba como una guerra, sino más bien como un juego. Todo ocurría en cuestión de segundos». Quien así habla no es ningún alto mando del Reich, ni siquiera un soldado de las SS. Estas palabras pertenecen a Gerald Stapleton, piloto de «Spitfire» en la célebre Batalla de Inglaterra, donde combatió en el bando aliado. Porque no sólo Dresde constituye un capítulo aislado dentro de los excesos y la destrucción causada por las potencias aliadas en su intento desesperado por ganar la guerra. Imitaron algunas de las más terroríficas técnicas nazis y emplearon similares métodos contra la población civil. Stapleton aterrizó en un pequeño bosque tras sufrir el impacto de un avión enemigo. Allí se encotró con una familia que hacía picnic. «La mujer me ofreció una taza de té, se lo agradecí y luego nos sentamos a contemplar el cielo». Es el sosiego que queda cuando se está satisfecho, un día más, por el «deber cumplido.