África

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Vientos de esperanza contra una enfermedad atroz

La hazaña de dar la vuelta al mundo en globo se ha materializado en una iniciativa para acabar con el noma, una infección que se «come» la cara de 100.000 niños al año.

Vientos de esperanza contra una enfermedad atroz
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Hace diez años se cerró un capítulo de la historia de la aviación cuando dos hombres culminaron una aventura que otros intentaron –y fracasaron– y muchos más simplemente creyeron imposible. Completar la vuelta al mundo en globo, sólo impulsados por la fuerza de los vientos y sin escalas, fue un acontecimiento que marcó para siempre las vidas del suizo Bertrand Piccard y del británico Brian Jones, que completaron el viaje en veinte días. El éxito de la expedición les llevó a las portadas de las revistas y diarios, a codearse con la Reina de Inglaterra o el ex presidente Clinton, pero mucho antes de esto, cuando tocaban el cielo a bordo del «Breitling Orbiter 3», ambos pilotos cuentan que pensaron «qué haríamos si triunfábamos en nuestra aventura, que había que apostar por algo que sirviera de gran ayuda, que mantuviera el espíritu de equipo y amistad que había hecho posible el viaje. Así nació la fundación humanitaria Winds of hope (Vientos de Esperanza», explica Piccard. El mundo está lleno de injusticias que combatir, pero, casi por casualidad, los aventureros decidieron volcarse en una desconocida enfermedad, el noma, tan olvidada como injusta, brutal y devastadora. El nombre de la patología deriva del griego «nomein», que significa devorar. En países donde la pobreza y la malnutrición son moneda común, el sistema inmunitario baja la guardia y la necrosis se apodera de los tejidos del rostro hasta dejar al niño afectado literalmente sin cara ni posibilidad de sobrevivir. «Es duro, es terrible, es injusto y no lo podemos consentir, porque esta enfermedad es perfectamente evitable con un antibiótico de uso común y una mejora en la dieta. Dicho de otro modo, salvar a uno de estos niños cuesta ¡menos de dos euros!», asegura Brian Jones. Sin embargo, según la Oficina para África de la Organización Mundial de la Salud, hasta 100.000 casos se detectan cada año en el continente, aunque el noma hace estragos también en algunas zonas de Asia o América Latina. El 80 por ciento de las víctimas no sobrevive a este mal de rápida evolución o malvive repudiado en sus aldeas. «El viaje en el "Breitling Orbiter 3"nos abrió algunas puertas, nos reunimos con dirigentes africanos, con los ministros de Sanidad y pusimos en marcha una iniciativa a gran escala a partir de Winds of hope. Así, una treintena de ONG y la propia OMS se organizaron en la erradicación del noma», añade Piccard.«La reducción de los casos pasa por formar a los profesores como agentes de salud –prosigue–. En cuanto éstos detecten en un pequeño los síntomas iniciales de la enfermedad, como el sangrado de las encías o mal aliento, puedan administrar la penicilina y evitar la muerte. Algunos de estos niños han tenido la suerte de venir a Europa a que los cirujanos les reconstruyan la cara, algunos pueden contarlo, pero el coste de todas esas operaciones es equivalente a un programa de prevención en un país africano durante un año».- Más información y donaciones en: www.windsofhope.org