Imagínate...

No es casual que la protagonista infantil de esta película se llame Alicia. Ni, tampoco, que la primera aparición de un estrafalario personaje del filme evoque la irrupción en el inmortal relato escrito por Lewis Carroll de aquel conejo tan bien vestido que llegaba siempre tarde. Porque era un cuento lo que nos quería contar en su primer largometraje el también documentalista Pérez de Guzmám, de ahí la utilización de ciertos componentes mágicos. La propia y bella isla canaria donde transcurre lo es: enigmática, distinta, rara. Hasta allí llega Alicia cuando su madre decide que pase unas vacaciones con una familiar (la gran Julieta Serrano con un acento extraño) que vive en una cueva, que habla poco, que sabe curar con las plantas y que al principio parece adusta pero luego demuestra todo lo contrario. La niña se aburre sin televisión, sin consola, sin móvil, sin nada de eso que nos han dicho que resulta necesario para vivir. Mentira, claro, y Alicia lo descubre pronto en una nube con forma de ojo, en el poder de la imaginación, la misma que reivindica la película. Un loable y modesto esfuerzo por realizar cine para toda la familia aunque la historia resulte un tanto escasa y Antonio Dechent, tan buen actor, por otra parte, ande en ella más perdido que un topo.