Coronavirus

Turquía

El virus y la Ley de la selva

La escena internacional se ha convertido en una jungla comercial en la que el más fuerte gana sobre todo si tu galeón hace escala en una tercera nación

LLEGADA AVIÓN TURCO CON RESPIRADORES A BARAJAS
GRAF7634. MADRID, 08/04/2020.- Vista del avión que este miércoles ha aterrizado en el aeropuerto de Barajas, que llevaba a bordo 150 respiradores adquiridos por las comunidades de Castilla-La Mancha, Navarra y Cataluña y cuya salida había sido bloqueada en Turquía. EFE/JuanJo MartínJuanJo MartínEFE

Los intentos de saqueos, abordajes y actos de piratería a los navíos que transportan el oro sanitario proliferan desde hace semanas, no solo es España la asaltada. El bloqueo por Turquía de decenas de codiciados y abonados respiradores es un ejemplo un tanto confuso de esta tentativa de asalto a la ley internacional.

No está del todo claro si componentes de los respiradores venían de China o si fueron totalmente fabricados en Turquía, versión esta segunda no descartable y que conviene a nuestro Gobierno para paliar su sensación de humillación ante el gesto autoritario del turco Erdogan.

Un aspecto que chirría más es que los turcos hubieran tenido el avión con su añorado cargamento parado una semana en su aeropuerto. Si el argumento esgrimido ante nuestra ministra de Exteriores era que se trataba de material vital para la seguridad nacional turca, lo que podría enervar la norma internacional de que los pactos o los contratos deben ser respetados, no se entiende como Ankara no manifestó desde el primer día que el material era de extrema necesidad y lo bloquearía a pesar de que había sido pagado por adelantado. Las justas expectativas de los destinatarios españoles, Navarra, Castilla la Mancha....fueron así defraudadas y la impresión de que se nos intentó tomar el pelo, aunque fuera discutible, se acrecentó.

La normativa internacional puede aceptar que en casos de extremo peligro para su población un país pueda incumplir sus compromisos sellados y firmados pero la impresión que queda es que Turquía, un aliado de la OTAN y antiguo compadre de Zapatero en la marchita y efímera Alianza de las civilizaciones, tardó en ayudar a la angustiosamente necesitada España.

La ministra de Exteriores puso de relieve su impotencia-no me gustaría estar en su lugar- y se vio obligada a recalcar que Turquía había sido generosa en material de otro tipo, menos preciado, fechas atrás. Queda la duda de si Erdogan se había mostrado dadivoso con material menos apetecido precisamente porque ya tramaba una maniobra de incautación frustrada.

Nuestro Gobierno no parece haber protestado mayormente a Ankara. Uno no descarta la bondad de las intenciones del Ejecutivo: el Gobierno pensaría que la firmeza no conducía a ningún sitio, dilataría la problemática reposición de los respiradores en las fechas necesarias y quemaría a un proveedor tal vez útil en otros productos.

Con todo, la improvisación, medias verdades y peroratas casi hilarantes de más de un miembro del Gobierno- a la ministra de Trabajo habría que darle un Goya al menos secundario- por no hablar de la adopción de la práctica bochornosa de amañar las ruedas de prensa quita enorme credibilidad a las explicaciones de nuestros portavoces en cuestiones graves aunque pueda haber atenuantes.

No es la menor que la escena internacional se ha convertido en una jungla comercial en la que el más fuerte gana sobre todo si tienes el desliz de que un galeón con objetos preciosos haga escala en una tercera nación. El caso de la culta y autoproclamada foco de los derechos humanos, la «solidaria» Francia, es iluminador. Hace escala en ella un avión con cuatro millones de mascarillas que no le pertenecen, se apropia de la mitad y remite un millón a Italia y otro a España que habían comprado la totalidad en buena lid.

En Estados Unidos, los gobernadores de estados muy tocados por la epidemia se quejan de que el Gobierno federal se adelante en las compras. Cuomo, el de Nueva York, manifiesta que se ha sentido como en una subasta en e-bay pujando con 50 Estados; un millonario filántropo R. Kraft ha prestado el avión que compró para el equipo «The patriots» con objeto de que recogiera en China más de un millón de mascarillas.

La tripulación no pudo dejar la nave en Shenzhen y, como en un film de suspense, se le dieron sólo tres horas para cargar. Un ministro berlinés protesta porque Washington requisó en una fábrica estadounidense en China la carga de un avión destinado a la Policía germana.

Trump prohíbe la exportación de cierto material a Canadá e Iberoamérica: «America first». (Es curioso y agradable que en estas circunstancias le prometiera a nuestro Rey un lote no despreciable). Y ese eslogan, America primero, es el que están aplicando muchos gobiernos desde hace dos semanas, mi país por delante.

Trump lo alumbró fundamentalmente para temas comerciales y fue despellejado incluso por naciones santurronas que se lavan las manos cuando hay que sacrificar hombres y recursos para atajar un conflicto internacional. Ahora, en un tema tan esencial como es salvar vidas es imitado sin tapujos por doquier. Sálvese quien pueda y yo el primero.

A esta conclusion podríamos añadir otras en nuestro caso. El pais que, por torpeza -gobierno bisoño y mediocre- , o por pueril politización -celebración de osadas manifestaciones masivas feministas-tarda en tomar decisiones o en preveer la seriedad de un peligro paga una factura mayor de lo normal. ¿Cuándo volverán los turistas?. ¿Cuánto terreno y tiempo hemos perdido después de ver el ejemplo de Italia, las muertes ya en España, de ser advertidos repetidamente por instancias internacionales, antes de tomárnoslo en serio y no estar obsesos con el cambio climático y el feminismo? Unas semanas vitales.

La segunda es considerar lo que los dirigentes de nuestro Ejecutivo estarían diciendo y haciendo si esto le ocurre a un gobierno de la «insensible» derecha a la que, según el eslogan podemita, le preocupan más los bancos que las personas. Al PP, a cualquiera, le podía haber pasado, sin duda, pero colijo que habría bastante menos incompetencia, menos sacar pecho.

Cuando el ébola, con una cifra de muertos tan alta como ... la de un perro, hubo dicterios de Sánchez que hoy da vergüenza leerlos ( !Un perro y pidiendo la dimisión de Rajoy!) Hoy, con el PP en el poder, habría invectivas constantes de «asesinos, canallas, violadores de derechos humanos, desalmados, corruptos en las compras de material, derecha criminal...» y los predecesores peperos de Illa, Calvo, Simón, Montero, Garzón etc... sufrirían nutridos y temibles escraches diarios en sus domicilios particulares montados por la cúpula podemita. Con la aquiescencia de Pedro Sánchez y sus muchachos (y muchachas).