Internacional

Trump y Biden se contraprograman en televisión durante el «no debate»

Las redes sociales prohibieron la difusión de un polémico artículo sobre Hunter Biden

Trump en la NBC y Biden en la ABC, en unas pantallas de un restaurante en Florida
Trump en la NBC y Biden en la ABC, en unas pantallas de un restaurante en FloridaOCTAVIO JONESREUTERS

No hubo segundo debate presidencial. Donald Trump no estaba dispuesto a discutir con su rival de forma virtual, cada uno en un lugar del país, encerrados en dos estudios de televisión. Joe Biden no estimaba prudente desoír la opinión de los médicos, que habían aconsejado suspenderlo después de que el presidente diera positivo por coronavirus 13 días antes.

La campaña del presidente propuso que los dos debates fueran retrasados una semana. Los asesores de Biden no aceptaron. En lugar del debate las campañas han diseñado dos actos electorales. Dos espectáculos televisados. Con preguntas de la audiencia. Programados a la misma hora. Trump en la NBC y Biden en la ABC. Trump en Miami y Biden en Filadelfia. La cuestión es que, según la NBC, el presidente ya no parece ser contagioso: lo certificarían los tests PCR.

Confirma la sentencia del médico de la Casa Blanca, Sean Conley, que el pasado sábado explicó que después de haber transcurrido diez días desde los primeros síntomas de Trump, de no haber tenido fiebre en más de 24 horas y de que todos sus síntomas hayan mejorado las pruebas de diagnóstico avanzadas demostraban que el virus ya no se reproduce activamente en su cuerpo y que la carga viral ha disminuido hasta ser indetectable.

En cualquier caso estaba por ver que la cadena de televisión aguantara la presión en contra. El debate de Biden fue anunciado con antelación y numerosas voces, dentro y fuera de la NBC, criticaron que sus directivos hayan aceptado programar el acto de Trump a la misma hora.

De lo que nadie puede sorprenderse es del triste destino de este debate. A fin de cuentas ya lo avisó hace días Frank Fahrenkopf, vicepresidente de la comisión encargada de organizar y dirigir los debates presidenciales. Todo dependería de la decisión de los científicos que los asesoran. «Estamos preocupados por nuestro personal y trabajadores», dijo entonces, «dependerá de cuál sea la evidencia médica y de los consejos que recibamos si es seguro o no seguir adelante».

Las precauciones volvieron a mostrarse ineludibles después de que ayer mismo dos personas cercanas a Kamala Harris, una de ellas su directora de comunicaciones, Liz Allen, la otra un miembro de la tripulación del avión donde viaja, hayan dado positivo por coronavirus. El director de la campaña de Biden, Jen O’Malley Dillon, ha explicado que ninguna de esas dos personas habían estado con ningún miembro de la campaña en las 48 horas previas a su positivo. Pero el temor persiste. Y con la campaña absorbida y colonizada por el coronavirus apenas hay tiempo para tocar muchos de los asuntos que parecían esenciales. Tampoco se escuchaban menciones a los muchos escándalos que erosionaron la imagen de los dos candidatos.

La cuestión ucraniana, la llamada telefónica que propició el intento de «impeachment», era un pálido recuerdo perdido en el fondo de las agendas mediáticas. Nadie parecía demasiado interesado en regurgitar las andanzas de Hunter Biden, el hijo de ex vicepresidente que motivó el telefonazo de Trump a Volodymyr Zelensky.Hasta que Twitter y Facebook bloquearan un artículo del «New York Post» dedicado a unos teóricos correos electrónicos de Hunter, donde presuntamente habría intercedido con un empresario de Ucrania para que pudiera reunirse con el entonces vicepresidente de EE UU, o sea, con su padre.

Para aquilatar la fiabilidad no ayuda que dos de sus principales valedores sean el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, y su antiguo gurú, Stephen K. Bannon, recientemente acusado por la fiscalía de una presunta estafa. El cortafuegos de Twitter no se limitó a la noticia del Post. La red social también bloqueó las cuentas del periódico y de Kayleigh McEnany, secretaria de prensa de la Casa Blanca. Trump escribió que «es terrible que Facebook y Twitter eliminaran la historia de los correos electrónicos». El artículo del Post fue posteriormente retuiteado por los senadores republicanos de la Comisión Judicial, bloqueado y vuelto a retuitear por el congresista Jim Jordan, que colgó la pieza en su web.