Terrorismo

Los agentes encubiertos, pieza fundamental para combatir el yihadismo

Detenido un soldado Usa simpatizante del Estado Islámico tras contactar con un miembro del FBI al que creía miembro de la banda

Ibrahim Hashimi, cabecilla del Estado Islámico
Ibrahim Hashimi, cabecilla del Estado Islámicolarazon

Las redes sociales son uno de las vías más importantes que utiliza el Estado Islámico (Isis, Daesh) para captar a nuevos combatientes, en especial a los actores, “lobos”, solitarios; y para difundir sus proclamas y consignas.

Por ello, la labor de los agentes encubiertos de las Fuerzas de Seguridad y Servicios de Inteligencia resulta fundamental para tratar de localizar a los terroristas o los que están en proceso de serlo.

Se hacen pasar por dirigentes del Isis o simples militantes y establecen contacto con los que manifiestan a través de las redes sociales su simpatía por el yihadismo e incluso su voluntad de cometer atentados.

Isis advierte continuamente a través de sus redes sociales de la existencia de estos agentes y da una serie de consejos para que sus combatientes y simpatizantes no caigan en la trampa. Para ello, difunde manuales sobre el uso de medios telemáticos y sobre el peligro que suponen como elemntos de localización geográfica de los que los que los usan.

Prueba de ello es que el máximo cabecilla del grupo, Ibrahim Hashimi, no ha hecho ninguna comparecencia pública ni ha difundido vídeos o mensajes de voz tras su nombramiento, tras la muerte de su antecesor, Abu Bark Baghdadi, que sí solía hacerlo.

La actuación de uno de estos agentes bha dado ahora sus frutos. Las autoridades de los EE.UU. anunciaron la detención de un soldado en activo acusado de intentar conspirar con el Estado Islámico para atacar Nueva York y para ayudar al grupo terrorista a matar a tropas estadounidenses en Oriente Medio.

Coles James Bridges, de 20 años y nacido en Ohio, estaba destinado en la base de Fort Stewart (Georgia) como miembro de la Tercera División de Infantería del Ejército estadounidense y fue arrestado tras una investigación del FBI, informa Efe.

Según los fiscales, Bridges empezó a comunicarse en octubre de 2020 con una persona que supuestamente estaba en contacto con combatientes del EI, pero que realmente era un agente del FBI.

En esas conversaciones, el soldado expresó su frustración con el Ejército estadounidense y su deseo de ayudar al grupo terrorista, ofreciendo ayuda directa para facilitar posibles atentados en lugares emblemáticos de Nueva York, como el memorial de los ataques del 11S, según la acusación.

Bridges, además, dio al agente encubierto un manual de entrenamiento del Ejército e información sobre tácticas de combate y discutió con él formas de atacar a tropas estadounidenses en Oriente Medio.

Entre otras cosas, facilitó diagramas de maniobras militares con el objetivo de ayudar a Isis maximizar el daño de sus ataques y consejos sobre cómo fortificar un campamento para repeler un ataque de fuerzas especiales estadounidenses.

Días pasados, Bridges envió al agente del FBI -que él creía que era un simpatizante del Estado Islámico- un vídeo en el que él mismo aparecía junto a una bandera usada por miembros del grupo terrorista y mostraba su apoyo a la organización.

Una semana después, según los fiscales, le remitió otro vídeo en el que -con la voz manipulada- narraba un mensaje de propaganda en apoyo a una posible emboscada contra tropas estadounidenses.

“Bridges está acusado de dar consejos militares y direcciones sobre cómo matar a otros soldaos a individuos que creía que eran parte del EI. Esta supuesta traición personal y profesional a sus camaradas y a sus país es terrible de ver, pero afortunadamente el FBI fue capaz de identificar la amenaza que presentaba”, señaló en un comunicado John C. Demers, fiscal adjunto del distrito Sur de Nueva York.

El joven había comenzado a consumir propaganda yihadista a través del internet en 2019, expresando apoyo al EI en redes sociales, antes de empezar a comunicarse con el agente encubierto del FBI.

En su contra pesan por ahora dos cargos, que tienen penas máximas de 20 años de cárcel cada uno.