El Cairo
40 años de la guerra del Yon Kippur: «Creíamos que éramos los mejores»
La arrogancia convirtió la guerra de 1973 en la más traumática que ha vivido Israel, que pudo perderlo todo.
«Aquel que no estuvo entonces aquí, no puede imaginar cuán aguda era la sensación de traición, cuán fuerte la ira», escribió el destacado periodista israelí Najum Barnea en el periódico «Yediot Ahronot», pocos días antes de cumplirse , de acuerdo al calendario hebreo, el cuadragésimo aniversario de la Guerra de Yom Kipur, o sea del Día del Perdón. «No los muchos que murieron –en la guerra de la Independencia murieron más–, sino porque murieron en vano». La traición de las autoridades. La ira contra el Gobierno, contra todos aquellos que no habían comprendido lo que iba a ocurrir y contra los jefes del Ejército que aseguraban que Israel no estaba al borde de una guerra porque los árabes no se atreverían.
Aquella guerra quedó grabada en la memoria nacional de Israel, como un terrible enfrentamiento que podría haber sido evitado, o que, al menos, habría cobrado un precio infinitamente menor al pagado (2.656 jóvenes muertos, miles de heridos y lisiados), de no ser por la arrogancia de sus líderes y jefes militares, que no supieron analizar correctamente la situación. No comprendieron sobre el terreno lo que sucedía en el terreno que Israel estaba por ser atacado.
Los movimientos de tropas en Egipto eran vistos por el entonces Jefe del Servicio de Inteligencia militar, el general Eli Zeira, como una gran maniobra del Ejército egipcio, por lo que hasta último momento no fueron reclutados reservistas y, los pocos que fueron llamados, deberían haber recibido órdenes de presentarse mucho antes. La demora fue fatal.
Pero el problema no radicó en un error de interpretación, sino en lo dramático de dicha equivocación y la conclusión posterior de que los árabes no osarían atacar. De fondo estaba la imponente victoria militar de la guerra anterior, la guerra de los Seis Días de junio de 1967, en la que Israel podría haber sido partida fácilmente en dos, pero terminó conquistando territorios en todos los frentes.
Eitan Haber, autor de «La Guerra», con decenas de años de experiencia como cronista militar, dice explica: «Los israelíes, hasta esa guerra,medíamos más de dos metros. La guerra de yom Kippur nos devolvió a nuestro tamaño real...nos cortaron las pierna, o la cabeza. La sorpresa fue tremenda porque nos creíamos los mejores, los dueños del mundo». Hoy sostiene que aquella guerra cambió en todo a Israel. «Nada es igual que antes». En la política, se perdió la confianza en los gobernantes. El Ejército de Israel, que era una «vaca sagrada», se convirtió en blanco legítimo de críticas. Y la sociedad quedó –al menos aquellos algo más de dos millones de israelíes que había entonces– bajo el duro efecto de la guerra.
El general (retirado) Shlomo Gazit, que tenía a su cargo la Información, asegura que «la sorpresa fue muy preocupante porque, además del estallido mismo de la guerra , vimos que los ejércitos de Egipto y Siria que nos atacaron eran distintos de a los que nos habíamos enfrentado en el 67. En algún momento llegamos a dudar si podríamos repeler los ataques».
Eitan Haber , que a los 33 años era entonces corresponsal militar del «Yediot Ahronot», hace hincapié en la «arrogancia». «Le pregunté personalmente a Shmuel Gorodish (jefe del comando sur del Ejército) en qué se había equivocado», cuenta a LA RAZON. «Y me dijo que creyó que estaba en el séptimo día de la guerra de los Seis Días». Shlomo Gazit analiza un error que considera puede ser peligroso también hoy. Afirma que después de la guerra de los Seis Días en 1967, hubo alguna iniciativa política egipcia, a la que Israel no dio crédito. «En Israel no se creía en absoluto que pudiese existir la posibilidad de que un país árabe aceptase nuestra existencia en la región y estuviese dispuesto a llegar a un acuerdo», recuerda. «Creo que Egipto nos atacó no para tomar el Sinaí, sino para desatascar lo que no se movía políticamente desde 1967». «Para el pueblo egipcio –aclara Gazit–, el trauma del 67 había sido tan profundo, que necesitaban un logro militar que rehabilite la moral nacional».
Uno de los ejemplos más claros se halla en el museo dedicado a esta guerra que se halla en El Cairo. «La guerra duró 24 días –recuerda Gazit– pero el museo está dedicado a los tres primeros días y luego no hay nada más».Fueron los días del gran avance militar y que dejó en Egipto la sensación de que ganaron la guerra, aunque, el resultado final, fue otro. Sin esa sensación de honor recuperado, el presidente egipcio Anwar el-Sadat, que fue quien atacó a Israel el 6 de octubre de 1973, no habría llegado de visita a Jerusalén cuatro años después, en noviembre de 1977. «Sin esa guerra, no se habría llegado a la paz con Egipto», asegura Gazit.
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