Moscú
Al Qaeda, al acecho de las armas químicas de Asad
Los servicios secretos británicos han admitido el riesgo de que los arsenales químicos del presidente Asad caigan en manos de terroristas, lo que generaría una amenaza «grave y potencialmente catastrófica» no sólo para Oriente Medio sino también para Reino Unido y Occidente. La voz de alarma la ha dado John Sawers, responsable del MI6, quien, al entregar el informe anual de la agencia de inteligencia al Parlamento, señaló además la posibilidad de que los rebeldes también puedan tener acceso a este tipo de armas. Por primera vez, el Comité de Inteligencia y Seguridad de Westminster ha aceptado que la oposición podría tener a su alcance el sarín, el gas utilizado en 1995 en el metro de Tokio para matar a doce personas. Es más, el organismo teme que miembros de Al Qaeda infiltrados con la oposición puedan acceder a las reservas del régimen sirio que incluyen, además del sarín, ricina, gas mostaza y VX, considerado el gas nervioso más letal.
Según el informe del comité, presentado el miércoles, sospechosos radicales procedentes de Reino Unido y otros países europeos han viajado a Siria, con consecuencias futuras para cuando regresen. «Es probable que adquieran experiencia que pueda incrementar de manera significativa la amenaza que suponen cuando vuelvan a casa», resalta el documento, en el que se advierte asimismo sobre la actividad de personas dispuestas a perpetrar ataques en solitario.
Precisamente, el pasado lunes, Rusia, defensora de Asad, entregó a la ONU las pruebas que, según el embajador Vitaly Churkin, demostraban que la oposición ya ha utilizado armas químicas en el conflicto. El embajador precisó que el ataque investigado por su país tuvo lugar el 19 de marzo en la población de Jan al Asal, en la provincia de Alepo, que fue bombardeada con un misil que incluía material químico y causó 26 muertos. El momento escogido por Moscú no puede ser más táctico. EE UU, Reino Unido y Francia siempre han esgrimido el argumento de las armas químicas utilizadas por el régimen para justificar la ayuda militar a la oposición. El rearme de los rebeldes debía empezar en agosto, pero el Parlamento británico aprobó ayer una moción en la que reclama al Gobierno que pida su autorización «expresa» antes de realizar cualquier movimiento.
La votación, impulsada por parlamentarios de varios partidos, tuvo lugar después de que el miércoles el ministro de Exteriores, William Hague, prometiera dar voz a Westminster sobre ese asunto mediante una moción que podría ser vinculante para el Gobierno. Sin embargo, el primer ministro, David Cameron, se mostró más vago en la reunión del G-8 al decir que «en ciertas circunstancias» el Ejecutivo podía reservarse el derecho a intervenir, si considerara que están en peligro intereses nacionales.
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