Siria
Al régimen de Asad no le quedan cartas
-¿Se puede esperar que el G-8 acerque posturas sobre Siria? ¿Es posible la declaración de una zona de exclusión aérea?
–La tardía decisión de Obama de apoyar a los rebeldes responde a la idea de que el régimen de Asad puede ganar la guerra. Dudo que en la reunión del G-8 se proponga una zona de exclusión aérea, primero porque Rusia se opone a ello y también por las incomprensibles dudas de los aliados occidentales. Ahora, la participación de Occidente se debería limitar a proporcionar armas y entrenamiento fuera de Siria. Una intervención militar no es descartable, pero ahora parece prematura.
-Asad dice que si Europa arma a Siria pagará un precio. ¿Es una amenaza real o más bien pura palabrería?
–Asad no tiene cartas con las que jugar. Los islamistas radicales no necesitan el aliento de Occidente para luchar contra el régimen sirio. Su odio hacia Occidente puede quedar en segundo plano ante lo que está pasando en Siria, pero una intervención de Occidente no les pondrá más furiosos. El terrorismo chii, apoyado e inspirado por, Irán es una cuestión diferente. Irán puede fomentar el terrorismo contra objetivos occidentales para influir en la opinión pública de esos países. El ataque terrorista de Hizbulá en Burgas, Bulgaria, es un ejemplo. Sin embargo, dudo que Irán active células terroristas en Europa o en EE UU por Siria. Es mucho más probable que hiciera eso por su programa nuclear.
-Las revelaciones de que Estados Unidos espió al anterior presidente ruso en la cumbre del G-8 en Londres, ¿puede entorpecer la posibilidad de un acuerdo global?
–Estoy seguro de que será algo embarazoso para el presidente Obama, pero no es algo sorprendente porque es lo que suelen hacer los adversarios, se espían unos a otros. Que puedan ser cazados es mala suerte, pero forma parte del juego.
-¿Es posible que Siria acabe fragmentada como Yugoslavia en los años noventa?
-Sí, el escenario yugoslavo es el más probable ahora mismo. El norte kurdo es ya una provincia autónoma. Cuanto más continúen las luchas, mayores serán las líneas divisorias étnicas en las que se asientan las distintas facciones, dando como resultado fronteras más permanentes. La comunidad internacional busca ahora mantener la integridad territorial por razones incomprensibles. El riesgo de la descomposición de Siria es que el sistema regional podría colapsar dando lugar a un rediseño de las fronteras. Eso significa caos y sangre a gran escala, y nadie quiere eso, pero podría ser inevitable. Las fronteras entre los estados de Oriente Próximo son un producto del orden colonial que no está vigente en la región. Ni los islamistas ni los panarabistas las han reconocido nunca como legítimas. Las contradicciones heredadas de ese orden están emergiendo con toda su fuerza. Anticipo que el sistema de estados en Oriente Próximo será muy diferente de lo que es ahora.
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