Guerra en Siria
Asad: «Un ataque dará alas a Al Qaeda»
El presidente sirio Bachar al Asad aseguró ayer que «cualquier ataque contra Siria beneficia a Al Qaeda y a sus afiliados en el país». En un tono amenazante el dictador señaló también que los países que participen en la ofensiva deberán atenerse a las consecuencias. En una entrevista al diario francés «Le Figaro», advirtió a Francia de que las acciones militares contra su Gobierno «desencadenarían consecuencias negativas».
Más envalentonado que nunca por la decisión de Barack Obama de posponer la intervención en Siria hasta el consenso del Congreso, Asad dijo que «quien acusa debe presentar pruebas. Desafiamos a Estados Unidos y Francia para avanzar en una sola prueba. Tanto Obama y Hollande han sido incapaces, no pudieron, incluso ante sus ciudadanos», en referencia a las acusaciones tanto de Washington como París, que aseguran que el régimen de Damasco utilizó armas químicas en el ataque del pasado 21 de agosto.
En cuanto a cómo afectará el ataque occidental en la región, el presidente sirio insistió en que «Oriente Medio es un polvorín, y el fuego se está acercando. No se debe hablar solo de la respuesta siria, sino de lo que puede ocurrir después del primer ataque. Nadie sabe lo que sucederá. Todo el mundo puede perder el control de la situación cuando el barril de pólvora explote. El caos y el extremismo se extenderá. El riesgo de una guerra regional está aquí».
Respecto al apoyo a los rebeldes, a quienes el régimen llama terroristas, el presidente Asad denunció que «alguien que contribuye al refuerzo financiero y militar de los terroristas, es el enemigo del pueblo sirio. Si la política del Estado francés es hostil al pueblo sirio, este país va a ser su enemigo», afirmó antes de advertir que «habrá repercusiones, negativas-obviamente-, en los intereses franceses».
Mientras el presidente Asad utiliza su retórica para ocultar su incapacidad de hacerle frente a una acción militar conjunta de EE UU y Francia, los combatientes de Hizbulá, aliado del régimen de Damasco, se han replegado a sus posiciones secretas en Líbano, en previsión de la intervención extranjera en el país vecino. Según informó ayer el diario Akhbar, pro-régimen sirio, «la resistencia islámica (Hizbulá) llamó a todos sus cuadros y miembros a recuperar sus posiciones».
En la región de Tiro, feudo del Partido de Dios en el sur del país, se vio un ambiente de movilización general, «aunque nadie habla de eso de manera explícita», indicó el rotativo libanés.
El mismo ambiente se presenta en el Valle de la Bekaa, en el este del país, otro bastión del movimiento chiíta, que según los habitantes de Baalbeck, los combatientes del Hízbulá desaparecieron, en especial artilleros, y sus teléfonos celulares están apagados para que no puedan ser localizados.
Lo mismo ocurre en los suburbios del sur de Beirut, donde jóvenes de unos quince años han reemplazado a los militantes más combativos para revisar los vehículos que ingresan a ese bastión chií de la capital.
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