Israel
Barak abandona la política
El ministro de Defensa israelí se retira tras el alto el fuego con Hamas
Tan sólo unos días después de recibir numerosos elogios por su gestión de la operación «Columna Defensiva» contra Hamas en Gaza, el ministro de Defensa de Israel, Ehud Barak, anunció ayer por sorpresa que se retiraba de la vida política. «En la práctica, terminaré mi rol como ministro de Defensa hasta que se constituya el próximo Gobierno dentro de tres meses», precisó Barak, que pasó a repasar los logros acumulados en materia de seguridad. «Deseo pasar más tiempo con mi familia, escribir y vivir la buena vida», confesó el todavía ministro de Defensa para puntualizar que «hay muchas formas de contribuir a la sociedad».
La marcha de Barak, a menos de dos meses de las elecciones generales, supuso una bomba política en el país, si bien es cierto que su partido, Atzmaut, contaba con pocas posibilidades de éxito en las urnas. Aun así, no pocos analistas descartaban un adiós definitivo. El sistema político israelí permite nombramientos personales de ministros que no tienen que ser diputados electos. Esta circunstancia deja abierta la puerta a que si el primer ministro, Benjamin Netanyahu, gana las elecciones de enero pueda pedir a Ehud Barak que repita en el cargo. A las preguntas de los periodistas al respecto, Barak ni descartó ni confirmó esta posibilidad.
A pesar de la tensión que había surgido entre ambos políticos hace dos meses, por diferencias acerca de cómo lidiar con las discrepancias con la Casa Blanca respecto a la cuestión iraní, los analistas estiman que Netanyahu tratará de convencer a Barak para que sea su titular de Defensa. Netanyahu es consciente de la imagen positiva que Barak proyecta en materia de seguridad dentro y fuera de Israel. El primer ministro y líder del Likud confía ampliamente en el criterio en el terreno de la defensa de su ministro a pesar de que tanto con la cuestión iraní como con la palestina no siempre hayan compartido la misma opinión. La decisión de aceptar un alto el fuego con Hamas y de no emprender una incursión por tierra contra el movimiento islamista en Gaza dejó a mucha gente descontenta, con la sensación de que Netanyahu no supo ir hasta el final del camino. Una reciente encuesta de opinión reveló que el
49% de los israelíes considera equivocado haber suspendido el operativo militar, mientras que el 31% estuvo a favor del alto el fuego y el 20% no emitía opinión alguna.
Los dos meses que faltan para las elecciones son una eternidad y es prematuro hacer cualquier tipo de cábalas políticas. Mientras tanto, lo que sí ha concluido el Likud, el partido de Netanyahu, fueron sus elecciones internas, realizadas ayer y anteayer (por fallos técnicos que obligaron a postergar en un día el cierre de las urnas), en las que se escoge la lista de los 98 candidatos para el Parlamento. La maquinaria electoral está ya engrasada.
El político del palo y la zanahoria
Ehud Barak, el militar israelí más condecorado, es para muchos de sus conciudadanos un verdadero símbolo. Es considerado un combatiente valiente, una persona de gran inteligencia, un desastroso político y un buen ministro de Defensa. Comandó la unidad de élite «Saieret Matkal» y llevó a cabo operaciones antiterroristas de gran arrojo dentro y fuera de Israel. Y con la misma determinación, como jefe de Gobierno de Israel condujo unas negociaciones con los palestinos en las que presentó propuestas sin precedentes para lograr un acuerdo de paz. Probablemente, sus actuaciones más recordadas tras dejar el uniforme sean los intentos de concretar una solución al conflicto con los palestinos en la Cumbre de Camp David con el líder palestino, Yaser Arafat, en julio de 2000. Desde entonces, su línea fue clara: combinar exigencias firmes en temas de seguridad con una abierta disposición política a un acuerdo negociado, aclarando repetidamente que la paz para Israel pasa por un entendimiento con los palestinos que incluya la repartición de la tierra. Sobre el desafío nuclear iraní, Barak se manifestó terminantemente en contra de que se permita a Teherán tener la bomba, pero destacando la necesidad de coordinar los esfuerzos de Israel con EE UU.
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