Israel

Baréin acoge la puesta de largo del plan de Kushner

EE UU promete 50.000 millones de dólares a la ANP a cambio de la paz con Israel.

Baréin acoge la puesta de largo del plan de Kushner
Baréin acoge la puesta de largo del plan de Kushnerlarazon

EE UU promete 50.000 millones de dólares a la ANP a cambio de la paz con Israel.

- En una columna de opinión publicada pocos días antes del pistoletazo de salida de la conferencia económica de Baréin, el periodista israelí Avi Issacharof rebautizó la intención de Trump de lograr el «acuerdo del siglo» para solventar el conflicto palestinoisraelí como el «soborno del siglo», tildando la iniciativa de la Casa Blanca como un «intento descarado» de exigir a los palestinos que se atengan a los parámetros que se desgranan ayer y hoy en Manama a cambio de altas sumas de dinero.

Tras meses de especulaciones sobre el contenido del plan económico, presentado como la primera fase de un proceso que debería culminar con la implantación de un segundo apartado «político», el yerno de Trump, Jared Kushner –máximo responsable del diseño de la propuesta–, reveló a la Prensa un extenso documento con los puntos que se tratarán. No obstante, el plan ha despertado duras críticas desde la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Desde el traslado de la embajada de EE UU a Jerusalén y el reconocimiento de la ciudad como capital de Israel, Ramala cortó en seco los canales de comunicación con Washington, y dejó claro que boicotearía un programa que no encara los asuntos espinosos del conflicto.

A pesar del escepticismo generado, el equipo de Trump no se desvía de su apuesta: impulsar la economía palestina mediante la inyección de 50.000 millones de dólares en los territorios palestinos y países colindantes y la mejora de las infraestructuras. Los críticos con la iniciativa apuntan que en el documento publicado por Kushner no se menciona en ningún capítulo la ocupación militar israelí de Cisjordania, el conflicto abierto en Gaza, los asentamientos, el estatus de Jerusalén, el establecimiento de un Estado palestino o la cuestión de los refugiados.

Washington ha intentado abrir el foco, atrayendo la participación de aliados árabes en la región –con representantes de bajo perfil– como Egipto, Jordania, Arabia Saudí o el propio Baréin, que ejerce de anfitrión, para probar que el creciente deshielo entre Israel y el mundo árabe suní, tradicionalmente hostil al Estado judío y arduo defensor de la causa palestina, puede ser un elemento a favor de la reconciliación. Es significativo, por ejemplo, que Manama haya accedido a autorizar oficialmente la presencia de periodistas israelíes.

Ni israelíes ni palestinos estarán representados por políticos, pero sí hay presencia de empresarios o negociadores no oficiales. Tan solo un hombre de negocios palestino, Ashraf Jabari –considerado traidor por la ANP por sus vínculos con los colonos judíos en Hebrón–, tomará la palabra. En Gaza y Cisjordania, tanto Al Fatah como Hamas han llamado a la huelga general y a protestas masivas como respuesta a la iniciativa.

Durante el discurso inaugural de la conferencia, Kushner remarcó la necesidad de crear un «ambiente de negocios mucho más favorable», en lugar de la tradicional postura de muchos gobiernos de «culpar a Israel por todo lo que ocurre». En el programa de actividades se repite un mismo patrón: la prosperidad.

Un panel con un ex asesor de Trump y un empresario emiratí tratará “una nueva era de prosperidad”; la ex directora del FMI Christine Lagarde, junto al ministro de economía saudí Mohammed al-Sheik darán otra sesión económica; empresarios de EE.UU., Bahrein, Turquía y Reino Unido se centraran en como Gaza y Cisjordania pueden vivir “un renacimiento económico”; o un cineasta norteamericano propondrá impulsar el ocio y los deportes como “una vía para energizar la economía”.

“Para elaborar un camino de desarrollo económico prospero para Cisjordania, Gaza y la región, las partes interesadas deberán prestar atención a la experiencia de líderes globales”, apunta el programa. A pesar de los crecientes vínculos de Israel con estados árabes por intereses económicos y de seguridad compartidos –esencialmente por la amenaza iraní sobre la hegemonía en Oriente Medio-, los analistas coinciden en señalar que los países árabes no aceptaran avanzar en un acuerdo que no sea satisfactorio para los intereses nacionales palestinos.

“Desde la implementación de los Acuerdos de paz de Oslo, primero en 1994 y luego en 1996, hubo distintas ofertas, acuerdos y procesos, que siempre fracasaron. No culpo a ninguno de los dos lados, pero lo indiscutible es que fracasaron. Un gran obstáculo para resolver el conflicto es que las naciones árabes jamás formaron parte de la solución”, apunta a este diario Grisha Yacubovitch, ex general del ejército israelí y consultor estratégico. En su criterio, ante los continuos rechazos en el pasado de los palestinos a diversos planes de paz, opina que ahora puede haber una fórmula que “el resto del mundo árabe puede llegar a apoyar”. Pero reconoce que el precio a pagar del lado palestino es muy elevado: “para recibir los billones de dólares, todo apunta a que tendrán que hacer grandes renuncias nacionales, respecto a sus principios y a su narrativa”.