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Cameron, con el agua al cuello

Los servicios de emergencia trabajan en la vía de ferrocarril dañada por las intensas lluvias, ayer en Dawlish, en Devon
Los servicios de emergencia trabajan en la vía de ferrocarril dañada por las intensas lluvias, ayer en Dawlish, en Devonlarazon

Vías de tren destrozadas, docenas de pueblos inundados, centenares de personas evacuadas y miles de usuarios afectados por cortes de electricidad. El suroeste de Inglaterra y Gales presenta estos días un panorama desolador debido a las fuertes tormentas que dominan el Reino Unido desde principios de año, las más intensas desde que en 1767 empezaron a registrarse los datos. La lluvia no ha cesado en las últimas seis semanas y el Servicio Meteorológico informó que el temporal llegará también a Londres. David Cameron se vio ayer obligado a presidir una reunión del Gabinete Cobra, que coordina la acción del Gobierno en casos de emergencia. Y ya no tanto por el nivel de alerta –que también– sino por las fuertes críticas que está recibiendo ante lo que las autoridades locales llaman pasividad. A tal sólo un año de las elecciones generales y con el UKIP por encima de los sondeos de cara a los comicios europeos de mayo, el primer ministro británico no puede permitirse el lujo de tener a las zonas rurales en su contra. El propio príncipe Carlos, que el martes visitó a las zonas afectadas donde miles de hectáreas de tierra permanecen todavía anegadas por el agua, avivó aún más la llama al lamentar que ante la tragedia no se hubiera hecho nada durante tanto tiempo.

Según la empresa Western Power Distribution, unos 44.000 clientes se han visto afectados por la caída del suministro eléctrico. Por otra parte, las líneas ferroviarias se encontraban ayer en un auténtico caos después de que la fuerza del agua destruyera las vías de Devon y Cornualles. Las conexiones con la capital ya de por sí sufrían retraso debido a la huelga de metro convocada hasta el viernes. Las autoridades locales en el suroeste de Inglaterra pidieron a la población que evitara salir de casa. Sólo en la pasada noche, los servicios de emergencia de esta zona atendieron más de 300 llamadas por la caída de árboles provocada por el viento.

En un intento de calmar los ánimos, Cameron prometió ayer en el Parlamento destinar 75 millones de libras (90 millones de euros) para realizar reparaciones. «El Gobierno ayudará a las familias afectadas», insistió. La situación es delicada porque a principios de año ya se advirtió sobre el impacto de los recortes presupuestarios, que han supuesto una reducción del 36% en el gasto del Departamento de Medio Ambiente desde 2010. El ajuste se va a prolongar en los próximos años y significará la pérdida adicional de 1.700 empleos en la Agencia de Medio Ambiente. La tormenta se sumó ayer a la huelga del metro de Londres que paralizó la ciudad del Támesis.