Política

Adiós a Mandela

Carlin: «El legado de Mandela en Suráfrica no está en riesgo porque es su ejemplo»

El autor británico critica la «corrupción» del Gobierno de Zuma y reivindica que «sin Madiba, estaríamos como Siria»

Mandela y su esposa Winnie, tras su salida de prisión, en 1990, en Ciudad del Cabo
Mandela y su esposa Winnie, tras su salida de prisión, en 1990, en Ciudad del Cabolarazon

El periodista John Carlin, autor de la novela «El Factor Humano» –en la cual se basó la película «Invictus»– , estrena libro con la figura del premio Nobel de la Paz como protagonista. Consciente de que Mandela es «el hombre más generoso de nuestro tiempo», Carlin explica en «La sonrisa de Mandela» (Debate, 2013) cómo fue poniendo a todo Suráfrica de su parte y advierte de los peligros que acechan al país en un futuro próximo. A este respecto, Carlin opina que el legado de Madiba «nunca va a estar en peligro porque su legado está en su ejemplo; pasarán muchos gobiernos y algunos serán más fieles al ejemplo de Mandela que otros, pero el ejemplo de lo que hizo perdurará para siempre». Entre ellos, una Constitución «que es muy buena y de la que él fue uno de los artífices». Sin la presencia de Mandela, el proceso democrático no hubiera sido igual: «El país estaba yendo directamente a una guerra civil y el conflicto iba in crescendo mes tras mes y no estaba nada claro lo que iba a pasar. Pero la figura de Nelson Mandela fue indispensable. Estoy convencido de que sin él, por más que la gente de su partido tuviera buenas intenciones, hoy Suráfrica sería una catástrofe. Sin Mandela, Suráfrica estaría ahora de forma parecida a lo que vemos en Siria o, en el mejor de los casos, en Egipto. Y en cambio es un país que tiene sus problemas, pero tiene una democracia estable y en paz».

No obstante, existen dudas sobre la gestión afortunada del sucesor político del Nobel. La opinión de Carlin sobre el actual primer ministro de Suráfrica, Jacob Zuma, es rotunda: «Tengo una mala opinión porque es un tipo bastante corrupto. Zuma es como Suráfrica 20 años después de la democracia: podría estar mucho mejor pero también mucho peor. Sí, es un tipo campechano, es encantador y amigable, pero es muy despiadado en la búsqueda del poder y en mantener el poder. No llega al extremo de Vladimir Putin, más frío y cruel, pero ha habido corrupción, ha utilizado fondos estatales para construirse enormes casas, es un tipo corrupto. Está muy lejos del ejemplo de Mandela, es un tipo que no se prepara muy bien sus discursos, ni sus encuentros con mandatarios, es perezoso... No es un monstruo, pero está lejísimo de Mandela. Esperemos que venga alguien un poco mejor».

Uno de los valores principales de Mandela era su persuasión. Este modo de hacer política, que le perimitió meterse a toda la prensa y el pueblo en el bolsillo, muere con él. «Era una mezcla de todo. Mi libro explica capítulo a capítulo cómo se metió a uno tras otro en el bolsillo. Es como una especie de odisea, como la de Ulises, que tiene un desafío, un obstáculo tras otro, y todos los supera y los supera ganándose a la gente. Gente incluso que parecía imposible, él conseguía que lo hiciera. Creo que el carisma en cierto modo es eso: tener una colosal confianza en ti mismo, que él ya la tuvo desde joven, y agregarle credibilidad política y mucho pragmatismo. Tenía una capacidad abismal de seducir a la gente, pero la utilizó para fines políticos benéficos. Es una especie de convergencia entre un don natural, pero también una gran inteligencia y astucia política».

En el libro, Carlin relata cómo, a través de la carta que lee su hija, Mandela tuvo la oportunidad de salir de la cárcel y no lo hizo. «Es la prueba de que él realmente antepone la causa nacional, la causa pública, a su interés personal. Porque por supuesto que él sufrió mucho en la cárcel y ante todo sufrió porque sabía que su familia lo estaba pasando mal sin él. Pero fue consecuente con la decisión que tomó y, por lo tanto, decidió que la causa nacional iba antes que la familia biológica y sus intereses personales. La prueba fue que cuando tuvo la oportunidad de salir dijo: ''No si me imponen condiciones; yo voy a salir como hombre libre y como hombre que va a acabar con el apartheid''. Fue un gesto enorme». La reconciliación era el gran reto de Madiba. Y la puso en marcha desde sus primeros pasos al frente de Suráfrica. «En la situación de Mandela, lo lógico hubiera sido quitar a la gente y poner a la suya, porque fueron sus opresores. En el caso de una democracia madura como la de España o Francia, hay que mantener a la gente que sabe de su área y no empezar de cero otra vez con amiguitos, tíos y primos. Mandela llevó esto a un extremo increíble, porque él tenía todos los motivos para vengarse, pero también fue un ejemplo. Ante todo él era muy práctico. Y llegó a la Presidencia y esa institución tenía que funcionar bien para que él pudiera hacer su trabajo bien para poder servir de la mejor manera posible. Y más allá de esta cosa práctica, enviando un mensaje al país de que aquí apuntamos a la reconsideración en serio».

Desde la perspectiva familiar, Carlin considera que la lucha por la herencia material de Mandela «va a ser algo muy feo». «Ya hemos visto algo antes de que Mandela se muera, mucho –señala– y me temo, que ahora el espectáculo se va a volver incluso más sórdido. Lamentablemente, sus hijos, sus nietos y bisnietos, salvo en muy contados trazos, no han estado a la altura, ni remotamente, de Mandela. Él lo dio todo por su país, por la sociedad y esta gente lo da todo para su propio bien, su enriquecimiento... Es extraordinario cómo comparten esa misma raíz y han salido tan diferentes. No sé si tiene que ver el hecho de que no estuvo presente como padre. Winnie Mandela y sus hijas –y otros de sus familiares– sufrieron mucha represión y Mandela no estuvo ahí para ayudar. De hecho, la gran pena, la gran tristeza de la vida de Mandela es que su familia sufrió mucho.

Un hombre generoso y, en privado, humilde

La relación de John Carlin con Mandela va más allá de lo periodístico. Carlin ha glosado su figura en libros que ya son clásicos a través del cine. Todo ello le ha dejado una honda huella: «Diría que como consecuencia de haberle estudiado creo que tengo una visión más clara de cómo debe ser una persona con los demás. Mandela era tremendamente generoso y respetuoso con todo el mundo independientemente de si podía serle útil de alguna manera o no. Tenía muy claro los principios: generosidad, respeto e igualdad, en público, pero en privado y lejos de las cámaras se comportaba de manera humilde. Trataba igual al camarero, a la azafata, que al Rey de España o la reina de Inglaterra».