Política

Muere Fidel Castro

Castro sin Fidel

Mucho más discreto y menos ambicioso que su hermano, Raúl es un férreo dictador como él. Su tipo de liderazgo se asemeja al de Stalin

Fidel Castro, junto a su hermano Raúl, durante el VI Congreso del Partido Comunista en 2011
Fidel Castro, junto a su hermano Raúl, durante el VI Congreso del Partido Comunista en 2011larazon

Asumió el poder de manera temporal en 2006 como consecuencia de la enfermedad de su hermano Fidel y nunca se bajó de él. Raúl Castro (Birán, 1931) fue el poder en la sombra, el complemento necesario del «comandante» y el artífice de sus éxitos. Aunque hermanos (tan sólo se llevaban cinco años), sus caracteres no pudieron ser más opuestos. Fidel, el gran orador, el hombre «volcánico» e irascible, frente a Raúl, un hombre siempre en retaguardia, alejado de los focos pero con más simpatías entre los suyos.

Juntos hicieron la revolución. Raúl siempre estuvo al lado de Fidel: en el asalto al Cuartel Moncada (1953), en la expedición del yate Granma (1956), en la lucha guerrillera en la Sierra Maestra (1957-58) y a lo largo de todo su gobierno (1959-2006). Raúl fue el verdadero organizador del aparato militar y de seguridad del régimen. Además, ha sido el eterno ministro de Defensa, el hombre que durante más tiempo ha ocupado este cargo en la historia de la humanidad.

Siempre se sintió a gusto en un segundo plano. Nunca tuvo el carisma de su hermano, pero tuvo otros puntos fuertes de los que siempre careció Fidel, especialmente el pragmatismo y la disciplina. A base de trabajo, y también mano dura, manejó desde el inicio de la revolución a su antojo la maquinaria de la dictadura. Realmente es él quien ha controlado a los cubanos en los últimos 50 años. Su fortaleza siempre fue la inteligencia y la capacidad organizativa a la hora de crear un grupo de oficiales en el seno de las Fuerzas Armadas que le fueran leales de por vida. Nunca le han fallado, siempre han estado a su lado. Raúl creó las Fuerzas Armadas a su imagen y semejanza, todos los generales fueron y son personas de su círculo íntimo, no del de Fidel. Sin embargo, la imagen inicial que los cubanos tenían de él se desvaneció con los primeros pasos políticos al heredar el «trono» de su hermano. En la isla depositaron su confianza en él para que apostara por una apertura económica y política, pero pronto se dieron cuenta de que nada cambiaría y de que el nuevo dictador se agarraría a la férrea dictadura otrora liderada por Fidel. Dejó de lado los griteríos y excesos de Fidel, pero nada en la isla cambió. Ahora aprovechará el culto a la personalidad de su hermano para tomar fuerza. Todas las escuelas recitarán lo que decía Fidel, tendrán que aprenderse y repetir sus discursos. Habrá propaganda sobre su liderazgo y se profesará un culto especial a su persona que le beneficiará.

Raúl es un hombre temido en Cuba, pero al mismo tiempo alguien que carece de ambición. Su puesto al frente del Gobierno estaba asegurado y el aparato estaba de su lado. Nunca tuvo que pelear por el poder.

En lo personal, siempre se mostró mucho más discreto que el «comandante». Fiel a una sola mujer, Vilma Espín, cuando ésta murió en el año 2007 aseguró haber perdido el «amor de su vida». A diferencia de Fidel, no se le conocieron infidelidades ni parejas sentimentales tras el deceso de sus esposa. Siente pasión por sus cuatro hijos y sus nietos. Además, bien conocidas son las fiestas que organiza con los generales de su confianza, las «parrandas de Raúl».

Nunca se planteó convertirse en el líder de América Latina, algo a lo que Fidel no quiso renunciar. Delegó la política de la región latinoamericana en Hugo Chávez hasta su muerte y se prodigó poco por el extranjero. Si tuviéramos que resumir el estilo de liderazgo de Fidel, sería uno muy similar al de Hitler; sin embargo, para definir al de Raúl, sería correcto hablar de Stalin.