Venezuela

Chávez, el apóstol de Maduro para ganar

El «delfín» sigue envolviéndose en el fervor que desata el líder bolivariano, mientras Capriles quiere evitar que su contrincante rentabilice su muerte

Capriles, ante sus seguidores de la localidad de Maturín
Capriles, ante sus seguidores de la localidad de Maturínlarazon

Faltan cinco días para el inicio oficial de la campaña electoral, pero Henrique Capriles y Nicolás Maduro ya están recorriendo Venezuela en una frenética gira para convencer al electorado. Y para ello no dudan en recurrir a símbolos e imágenes religiosas, en una extraña combinación de fe y política. Con alusiones a un futuro mejor, en multitudinarias «asambleas», el candidato opositor da cuenta de los problemas de los venezolanos y, sobre todo, arremete contra Maduro, al tiempo que trata de evitar también que eso implique enfrentarse al fallecido Hugo Chávez.

«Nicolás no es Chávez», insiste Capriles mientras se dirige al presidente encargado en tono desafiante y lo responsabiliza de los peores cien días en catorce años de chavismo: «El problema eres tú, Nicolás», volvió a repetir en su último mitin, en Guárico. El aspirante opositor ha pasado de no nombrar a Chávez a tutear al ex vicepresidente y ex ministro de Exteriores. De hecho, Capriles sigue refiriéndose a Chávez como «el presidente» y a Maduro directamente como Nicolás. Pero, además de atacar a Maduro, Capriles recorre el país denunciando la ristra de problemas que sufren los venezolanos, como la inseguridad, los apagones eléctricos, la desbocada inflación o el desabastecimiento en los mercados. También pide una y otra vez un debate cara a cara que difícilmente va a llegar porque la diferencia en intención de voto es de unos 14 puntos a favor de Maduro.

Aunque Capriles tampoco confía demasiado en los sondeos porque, según relató en una entrevista a LA RAZÓN, «las encuestas chimbas dicen que Nicolás es más popular que el propio presidente. Pero eso no se lo cree ni él». Y es que con su característica gorra tricolor –símbolo que ahora comparte con Maduro–, camisa de manga corta y colores vivos o cazadora deportiva para ocasiones especiales, Capriles pretende darle una vuelta y media al país, pero sin tiempo para su «puerta a puerta».

En los primeros compases de campaña, se evidencia su intención de evitar que Maduro rentabilice el enorme tirón electoral del presidente Chávez y la exacerbación de las simpatías que despertó su fallecimiento. Así, la estrategia de Capriles pasa incluso por mostrarse relativamente condescendiente con la gestión de quien, según insiste, fue su «adversario, nunca enemigo». Sus actos comienzan con la intervención de varios ciudadanos, que exponen sus problemas: inseguridad y vivienda suelen encabezar la lista.

Después, el gobernador de Miranda responde prometiendo mantener el fuerte acento social de las políticas del Estado, marca de la casa de Chávez, y respetando las conocidas «misiones», aunque con una mejor gestión. Mientras, Maduro está echando mano del recurso religioso y ha llegado a comentar incluso que, seguramente, el anterior presidente intercedió para el nombramiento del primer Papa iberoamerican o que el «Chávez de los milagros» ha logrado una gran acogida de su cuenta en la red social Twitter, que dos días después de haberse creado había superado los 300.000 seguidores. «Nos declaramos apóstoles de Hugo Chávez, los apóstoles de la causa del comandante Chávez», declaró Maduro en un acto electoral. De esta religiosidad no están exentas las referencias a las elecciones del 14 de abril, fecha que coincide con el regreso de Chávez tras haber sido apartado del poder por un golpe de Estado en 2002. Para Maduro, el día de los comicios va a ser el «Domingo de resurrección, domingo de victoria popular, domingo de Cristo redentor de los pobres de América». Maduro adelantó que piensa hacer una campaña «limpia» «Vamos al encuentro de la sonrisa del pueblo, de la conciencia del pueblo». «Vamos al debate fructífero y limpio. Que el pueblo decida», asegura.

Capriles, que tiene su suelo electoral en los 6,5 millones de votos que obtuvo en octubre, cuenta con el apoyo entusiasta de la mayoría de los diarios y el canal de noticias Globovisión, así como otras televisiones, aunque de forma más bien diluida. En varias ocasiones ha explicado que su derrota de octubre fue debida a los abusos de poder del oficialismo, pero también por haber tenido como contrincante a uno de los más grandes de la historia iberoamericana reciente, un «Cassius Clay de la política». Por eso, ahora confía en batir a Maduro, de quien dice que «no le llega al tobillo» a Chávez. No obstante, Maduro cuenta con la herencia de los más de 8,5 millones de votos de Chávez para tratar de llegar a los diez millones y, por eso, Capriles vuelve a hablar de «cruzada», de una auténtica lucha de David contra Goliat. «Esto será el abuso de poder frente a la voluntad de los venezolanos. Que decida el país», clama el líder opositor.

FERVOR RELIGIOSO

La memoria del ex presidente Hugo Chávez está inmersa en un proceso de «cuasi» deificación que parece liderar su sucesor político, Nicolás Maduro. «Nos declaramos los apóstoles de la causa del comandante Chávez. Vamos a cuidar su legado», suele decir Maduro en los numerosos actos de precampaña. También se refiere al mandatario fallecido como el «comandante eterno», «líder supremo» o «Cristo de los pobres». Todo con fines electorales de cara a los comicios del próximo 14 de abril y con el argumento de que, si alguien ha ganado un lugar en el cielo junto a Cristo, ése es Chávez. Maduro confía en salir victorioso en la contienda electoral gracias al fervor que todavía despierta su antecesor y confía en superar los más de ocho millones de votos que logró el líder bolivariono el pasado octubre.