Mar del Norte

Comienza la cuenta atrás para el referéndum escocés

El ministro principal de Escocia, Alex Salmond
El ministro principal de Escocia, Alex Salmondlarazon

«Es mejor para todos nosotros si las decisiones sobre el futuro de Escocia las toman aquellos que viven en Escocia». Emulando a Martin Luther King, Alex Salmond quiso abrir ayer las sesiones parlamentarias de Holyrood tras el receso estival con una frase que dejará huella. La ocasión, al fin y al cabo, lo requería. El líder nacionalista presentaba su programa legislativo para este curso y era consciente de que éste será clave para decidir el futuro de la nación. Y es que, en los próximos doce meses, el ministro principal escocés jugará su última baza para convencer a los suyos de que la independencia es la mejor opción de futuro. El problema es que su popularidad va en descenso y, a diferencia del pastor estadounidense, el político tiene muy difícil ver cumplido su particular sueño. La ley que regulará la celebración del referéndum de independencia de Escocia, previsto para el 18 de septiembre del año próximo, está ya en trámite y se espera que se apruebe en las próximas semanas. Si para entonces los escoceses mayores de 16 años votan a favor, Escocia, integrada en Reino Unido desde 1707, romperá definitivamente su cordón umbilical con Londres.

El líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP) presentó trece nuevas leyes con las que espera demostrar la solvencia gestora de su Gobierno. Anunció que se anularán la puesta en libertad automática para los delitos muy graves, la reforma de los tribunales civiles y la introducción de un sistema de licencias para armas. También se abolirá el derecho de los residentes a comprar una vivienda de protección oficial, introducido por Margaret Thatcher. Como cada año, el Ejecutivo autonómico detallará sus planes financieros en la ley del presupuesto, aunque el ministro principal adelantó la creación de un departamento de Hacienda, encargado de recaudar los impuestos que le devuelva el Gobierno central.

Tanto el Gobierno de Londres como el de Edinburgo saben que la economía será clave para persuadir al electorado. De hecho, mientras Salmond hablaba en el Parlamento, el ministro británico del Tesoro, George Osborne, echaba por tierra el argumento del líder nacionalista de que una Escocia independiente recibiría 1.500 millones de libras en ingresos fiscales y ponía el énfasis en su dependencia del Mar del Norte.