Corea del Norte
Corea del Norte, ¿próximo objetivo de Trump?
El Consejo de Seguridad Nacional de EE UU plantea al presidente frenar a Pyongyang con el despliegue de armas nucleares en su vecino del sur o el asesinato del dictador Kim Jong Un
El Consejo de Seguridad Nacional de EE UU plantea al presidente frenar a Pyongyang con el despliegue de armas nucleares en su vecino del sur o el asesinato del dictador Kim Jong Un
Convencer a Corea del Norte de frenar su programa nuclear. Ésta fue la conclusión a la que llegaron el pasado viernes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, tras la visita de este último. Una determinación que la Casa Blanca matizó a posteriori con una serie de opciones alternativas como la de instalar armas nucleares en Corea del Sur o incluso acabar con la vida del líder norcoreano, Kim Jong Un.
«Estaríamos encantados de trabajar con ellos. Pero entendemos que puede crearles problemas y desafíos, por lo que estamos preparados para trazar nuestro propio rumbo si esto es algo que China es incapaz de coordinar con nosotros», declaró el secretario de Estado, Rex Tillerson, tras la reunión que los líderes de ambos países mantuvieron en el complejo Mar-a-Lago de Trump en Florida. El avance nuclear de Corea del Norte ha alcanzado «una fase muy seria», agregó. Esta máxima, que llegó tras la decisión de Trump de atacar Siria con varios misiles en represalia por el uso de armas químicas, no ha hecho más que elevar la tensión en una península cuya frontera está considerada el último bastión de la Guerra Fría. Diversos expertos coincidieron en señalar que la actuación de Trump en el país árabe sirvió para enviar el mensaje a Corea del Norte de que pueden tomar medidas similares contra ellos en cualquier momento, al tiempo que advertían a China de que actuarán por su cuenta si es necesario.
Ayer a última hora, el Ministerio de Exteriores de Corea del Norte respondía a través de la agencia oficial de noticias norcoreana KCNA. La actuación estadounidense en Siria es «un acto imperdonable de agresión» que muestra que la determinación por desarrollar armas nucleares es «la elección correcta» por la que apostarían «un millón de veces». Según añadían, el líder norcoreano, Kim Jong Un, y el líder sirio, Bachar al Asad, también habrían intercambiado «mensajes cordiales y promesas de amistad y cooperación entre los dos países».
Mientras esto sucedía, el presidente en funciones y primer ministro de Corea de Sur, Hwang Kyo Ahn, ya había recibido una llamada telefónica de Trump en la que éste le informaba del paquete de medidas que había presentado el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca para responder al programa nuclear norcoreano. Entre ellas, la colocación de armas nucleares estadounidenses en Corea del Sur, un acto que implicaría el primer despliegue nuclear de Washington en el extranjero desde el final de la Guerra Fría y toda una provocación para el país que más sanciones ha registrado en los últimos 20 años. No obstante, el almirante retirado James Stavridis mostró su disconformidad a la cadena NBC: «No creo que sea una buena idea, creo que sólo encenderá los ánimos de Pyongyang».
Las conversaciones entre Trump y Xi tuvieron de fondo la rotunda oposición de China al despliegue del escudo antimisiles THAAD en Corea del Sur, un sistema defensivo que consideran un asunto de seguridad nacional al tener la capacidad de controlar parte de su territorio. Oficiales norteamericanos estudian la posibilidad de que el régimen Juche esté preparando para este año la prueba de un misil intercontinental capaz de alcanzar territorio de EE UU, una amenaza que con este sistema piensan que podrían detener.
Pese a que Pekín se mantiene firme, ahora queda por ver cuál será su respuesta tras los últimos anuncios de la Casa Blanca. Para Kim Hyun Wook, profesor de la Academia Diplomática Nacional de Corea, «China mantiene una línea roja para que las sanciones contra Pyongyang no sean tan estrictas que lleven al colapso del país. Washington parece haber fallado al traspasar el umbral marcado por China esta vez», aseguró a la agencia surcoreana Yonhap.
Otra opción, según las mismas fuentes, es atacar y acabar con la vida del líder norcoreano y a otros altos dirigentes. Stavridis dijo a este respecto que «la decapitación (del régimen) es siempre una estrategia tentadora cuando se enfrenta a un líder altamente impredecible y altamente peligroso».
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