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Crimea o la tierra prometida del putinismo
Más del 90% de los ciudadanos de la península vota al presidente pese a la condena de Ucrania y Francia.
Más del 90% de los ciudadanos de la península vota al presidente pese a la condena de Ucrania y Francia.
La elección de la fecha de las elecciones no fue un tema baladí. Vladimir Putin hizo coincidir los comicios con el cuarto aniversario de la adhesión rusa de Crimea, un acto unilateral que pese a suscitar la ira de la comunidad internacional y la impotencia de Ucrania, hizo repuntar la popularidad del presidente a más del 80%. De hecho, ayer, la plaza Manazhnaya, que linda con la histórica Plaza Roja, se convirtió en una absoluta fiesta de celebración del aniversario de la «reconquista» con conciertos y hordas de gente que al final de la velada recibieron con fervor a Putin tras conocer su victoria.
Dos hechos (votos y anexión) que de manera imperiosa son inseparables. Por eso, ayer todas las miradas estaban puestas en la península y los resultados no defraudaron. Con casi el 80% escrutado, Putin consiguió el 91%. Aunque superior a la media nacional, aquí tampoco la participación fue la esperada. Ejerció su derecho a voto el 64% del millón y medio de habitantes de Crimea, por debajo de las expectativas del Kremlin. En la base de la flota rusa del Mar Negro en Sebastopol, también el 91,52% de los votos fueron para actual presidente y la participación superó el 65%.
Por su parte, Ucrania respondió a las ansias imperialistas de Moscú con un boicot a los más de 70.000 ciudadanos rusos que viven en el país y no se les permitió votar en las sedes diplomáticas de Rusia en su territorio, lo que suscitó numerosas quejas a través de las redes sociales. También se sumó al boicot de la votación en la península Francia, que aseguró que no reconoce los resultados en el territorio anexionado. «Desafiar las fronteras por la fuerza es contrario al Derecho Internacional, incluidos los compromisos asumidos por la Federación de Rusia», aseguró el Ministerio de Exteriores francés. Además, en dicho texto también se subrayó la preocupación de París por «la militarización de la península y el deterioro de la situación de los derechos humanos, particularmente con respecto a los tártaros de Crimea», una minoría étnica musulmana que se oponía principalmente a la anexión. Sin embargo, el regreso de la soberanía rusa en la península es un hecho por ahora irreversible y el puente sobre el estrecho Kerch que une Crimea con Rusia estará terminado en mayo, tal y como confirmó esta misma semana el presidente ruso.
Mientras, en Chechenia, otro de los puntos calientes donde el Kremlin tenía puesta la mirada, la victoria del «zar» fue un éxito rotundo. La participación rozó el 80% y el apoyo a Putin el 88%, lo que supone un claro respaldo al tándem Putin-Kandirov, a menos que, como en ocasiones anteriores, se confirme el fraude electoral en esta provincia.
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