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De activista permitido por el Gobierno a disidente entre rejas

Xu Zhiyong no es un activista común, ha luchado por el cambio, por una China libre y democrática desde las entrañas del propio régimen: es también político. Una estrategia que le valió el consentimiento del Gobierno durante años, hasta que cruzó una línea roja. Hoy ha sido condenado a cárcel.

Abogado de profesión y catedrático en la Universidad de Telecomunicaciones de Pekín, Xu, de 40 años, lleva toda su vida luchando por los derechos de la ciudadanía, desde que a los 14, cuando aún era un joven tímido y callado, se fijó un objetivo que marcaría su destino: "esforzarse por ser un ciudadano digno, un miembro de un grupo de personas que promuevan el progreso de la sociedad".

Así lo explicó a la revista china que le entrevistó en 2008 para publicar su perfil, un inusual artículo permitido por el Gobierno que evidenciaba que el Partido no se oponía a las acciones de este activista de derechos humanos, que busca "construir", no "derrocar".

La clave fue la vía que escogió para luchar por el cambio. A pesar de que Xu se hacía cargo de casos, en ocasiones, "sensibles"para el Ejecutivo, lo hacía desde dentro y acogiéndose a la Constitución china: Xu se presentó dos veces a la asamblea local del distrito de Haidian de Pekín como "independiente"y consiguió, en ambas ocasiones, un asiento.

"Apreciemos los derechos democráticos que la ley nos ha dado y cumplamos con la legislación de forma sincera", manifestó el letrado en 2003 cuando se presentó a las elecciones, convencido de que podía hacer mucho más "por los más necesitados"desde "dentro"y de que la clave del cambio residía en hacer cumplir las herramientas que ya tenían.

Poco después lo conseguiría. Xu, junto a sus compañeros del doctorado de Derecho que cursó en la prestigiosa Universidad de Peking, Teng Biao y Yu Jiang, formaron la agrupación Iniciativa Constitución Abierta (ICA), y escogieron como su primer caso el de un joven diseñador gráfico, Sun Zhigang, de 27 años, a quien las autoridades mataron a golpes mientras estaba en custodia, después de ser detenido en la capital por no poseer el permiso de residencia.

Xu, Teng y Yu redactaron una carta a la Asamblea Nacional Popular (Legislativo) para pedir urgentemente que revisaran la norma que obligaba a los ciudadanos sin permiso de residencia volver de las ciudades. La revisión nunca se hizo, pero la carta se entregó y, poco después, esta norma se abolió.

A este logro, se sumarían otros, como al defender casos gratis de peticionarios -chinos que viajan a la capital a reclamar los problemas que no les han solucionado las autoridades locales-, un sector con el que Xu ha mostrado siempre mucha simpatía, desde que, durante sus años de doctorado en Pekín, trabajara en una revista y le encargaran escuchar los problemas de estos emigrantes.

En esa época, el letrado, nacido en Henan, una de las provincias más pobres de China, corría hasta las cárceles negras de Pekín -centros extrajudiciales donde las autoridades retienen a los peticionarios- cada vez que recibía un mensaje pidiéndole ayuda.

Xu y sus compañeros también elevaron su voz con el escándalo de la leche infantil adulterada de 2008, que provocó seis muertes de bebés y cientos de miles de afectados, al redactar una denuncia colectiva contra la firma china culpable.

No obstante, se introdujeron en un terreno pantanoso cuando poco después publicaron un informe sobre los disturbios en el Tíbet, en el que se criticaba la propaganda del Gobierno. Ello les costó una multa de 150.000 yuanes (unos 24.790 dólares) y su ilegalización, además de la detención a Xu, liberado gracias a la presión internacional.

El traspiés no detuvo al letrado, quien siguió luchando por la justicia social en el país y en 2012 cofundó el movimiento "Nuevo Ciudadano", que promueve que la gente conozca sus derechos y pueda reclamarlos. Una agrupación que en 2013 presentó su propuesta para acabar con la corrupción en el seno del Gobierno: que los líderes sean más transparentes con la población publicando sus bienes.

Algunos creyeron que esta petición sería bien recibida por el presidente Xi Jinping, dada la campaña lanzada por el líder contra la corrupción "a todos los niveles".

Hoy se confirmó que no ha sido así. Después de una segunda campaña de Xi, esta vez, de detenciones contra decenas de miembros de "Nuevo Ciudadano", vinieron los juicios y la primera sentencia, la de Xu.

Un tribunal de Pekín condenó hoy al activista a 4 años de prisión por alteración del orden público.

Una sentencia esperada para muchos y que trata de acallar la voz del líder de un movimiento que es lo más parecido a una formación política en el país, y con el que ya simpatizan miles de chinos. De ahí que el abogado Teng Biao y amigo cercano de Xu asegure que, aunque hoy su compañero vaya a dormir entre rejas, su espíritu ya ha hecho mella.