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Detroit: el declive del imperio del motor

La ciudad de Detroit se ha declarado en la mayor bancarrota municipal de la historia de EE UU con una deuda de casi 19 millones de dólares

Casas abandonadas en el barro este de detroit
Casas abandonadas en el barro este de detroitlarazon

NUEVA YORK- La capital de la industria automovilística de Estados Unidos, Detroit, se declaró el miércoles por la tarde en bancarrota de forma oficial. La ciudad que fue en la década de los años 50 la cuarta mayor urbe de Estados Unidos, con dos millones de habitantes, ha visto descender su población a 700.000, mientras sus residentes intentan escapar del aumento del crimen y el deterioro de los servicios de la ciudad. Algunos casos rozan la ficción y parecen lugares fantasmágoricos en lugar de una zona de la primera potencia del mundo. Detroit tiene 78.000 viviendas deshabitadas. En marzo, presentó una deuda de 19.000 millones de dólares. Fue entonces cuando desde el estado de Michigan, se nombró un gerente de emergencia con poderes extraordinarios para rehacer contratos y liquidar los activos más valiosos de la ciudad. Esto convirtió en posible lo que en otra época hubiese sido impensable: funcionarios con recortes en sus pensiones o la modificación de los préstamos que los inversores habían hecho a la ciudad, la cual empezó a deteriorarse después de las revueltas de finales de los años sesenta.

Parece impensable que esto ocurra en Detroit, un lugar que en los 50 era conocido como la Ciudad del Motor. Entonces, tenía unas de las mayores rentas per cápita. Eran otros tiempos. Las plantas automovilísticas contrataban y recibían pedidos a lo grande. Estos días la falta de servicios, el desempleo, la criminalidad y la ausencia de seguridad es lo normal. La mitad de las bombillas del alumbrado de la calle no funcionan. Y lo que es peor, parece que no hay intención de repararlas. La tasa de desempleo está por encima del 18 por ciento. La situación sólo pone las cosas más fáciles a la gente para que decida abandonar la urbe. Esto hace que las autoridades locales colecten menos impuestos. Tampoco llegan las ayudas estatales. Imposible pagar las deudas que contrajo la ciudad años atrás.

Kevin Orr, nombrado por el estado de Michigan como el gestor externo de la ciudad, fue el encargado de solicitar la protección por quiebra bajo el capítulo 9 de la ley de bancarrotas en Estados Unidos.

Una vez que se ha rellenado el capítulo 9 del formulario de petición de bancarrotas, el juez tendrá que determinar dónde serán las vistas, que podrían tener lugar en Detroit, Kentucky, Ohio o Tennessee. Ayer fue el primer día de un proceso que podrá prolongarse durante tres meses. En cambio, Detroit necesitará años para salir de la bancarrota y siquiera aspirar a ser la sombra de lo que fue en los años 50.

Todavía así, el gobernador de Michigan, Rick Snyder, pidió ayer calma. Sabe que los más de 100.000 acreedores y prestamistas de Detroit se preparan para la batalla. Quieren su dinero. Y no van a dejar que la declaración en bancarrota de la ciudad haga que sus autoridades no cumplan con sus pagos. «La realidad fiscal a la que se enfrenta Detroit ha sido ignorada durante mucho tiempo. He tomado esta decisión difícil para que los habitantes de Detroit tengan los servicios básicos que merecen y podamos empezar a poner Detroit en una sólida situación financiera que permita a la ciudad crecer y prosperar en el futuro», indicó el gobernador que ha presionado durante meses para que Detroit se declare en bancarrota.

En los próximos días, se emitirá un aplazamiento para la mayoría de las facturas, aunque se seguirá con los pagos a algunos acreedores, entre los que destacan las compañías del sistema de drenaje y abastecimiento de agua. Hay algunos servicios a los que no afectará la bancarrota, como los de bomberos y policiales, a pesar de que debido a la mala situación económica los servicios de emergencia tardan en responder una media de 58 minutos.

Detroit lleva en caída libre desde los 90 y, tras nefastas gestiones de alcaldes, unido a la crisis financiera de 2008, terminó por condenarse a la suspensión de pagos a una ciudad que fue el símbolo del poder industrial de Estados Unidos.

Para tener una idea de la crisis que vive la capital del motor, en 2010 se vendían casas por un dólar. «The Guardian» publicó que los precios habían caído hasta un 80% y entrevistaban como ejemplo a Jon Brumit, quien pagó 95 dólares por la parcela y 5 por la casa. Casualmente, los propietarios anteriores habían intentado quemarla.

La ciudad, acaba de declarar la mayor bancarrota municipal de la historia estadounidense, pero es el octavo municipio que se ha acogido a este procedimiento desde 2011. Sin ir más lejos, hace apenas un año, tres ciudades de California –San Bernardino, Stockton, y la turística Mamonth Lakes– se declararon en quiebra. En mayo de 2012, la ciudad de Central Falls, en el estado de Rhode Island (este del país), anunció su bancarrota después de acumular una deuda de más de 4.800 millones de dólares. La medida fue aprobada por los tribunales en septiembre de 2012. La industrial Harrisburg, en el estado de Pensilvania, se declaró también en quiebra en octubre de 2011 después de años de lucha contra la pesada carga que suponía una deuda superior a los 300 millones de dólares por la construcción de una incineradora.

¿Un nuevo comienzo?

La bancarrota puede ser la ocasión para «terminar con sesenta años de decadencia», declaró ayer el gobernador del estado de Michigan, Rick Snyder, quien advirtió, no obstante, de que es posible que los acreedores nunca reciban sus pagos. «Desde 2000 la ciudad ha perdido el 28 por ciento de su población, y el 38 por ciento de su presupuesto se gasta pagando obligaciones del pasado como las pensiones», dijo por su parte Kevin Orr, el gestor de emergencia de la ciudad.