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Elecciones en Egipto

Egipto: muertes muy anunciadas

La Razón
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El salvajismo con el que las fuerzas de seguridad egipcias han acabado con las acampadas de los Hermanos Musulmanes exigiendo el restablecimiento de Morsi y su gobierno no puede sorprender a quien siga los acontecimientos en el país y menos que a nadie a los propios "hermanos". No habrá sido por falta de aviso. No es ya que lo supieran, sin margen de error posible, y lo hayan aceptado. Incluso decir que "se lo han buscado"puede incluir un elemento de suicida inconsciencia que no está presente en la mayoría de sus líderes, que muy expresamente "lo han buscado", predicando martirio a sus seguidores y poniéndose ellos a salvo en la clandestinidad, aquellos a los que los militares no habían colocado previamente a la sombra. No había margen de error posible. El elemento irracionalidad está en la esperanza de conducir al país a una guerra civil y prevalecer en ella.

Exactamente eso es lo que han tratado de evitar los militares y no van a cejar hasta conseguirlo. El estado de excepción por un mes indica que no cuentan con hacerlo de un día para otro. Si además pretenden retornar al mukabarismo está por ver. Mubarak gobernó treinta años con esa suspensión de las garantías constitucionales. La pura vuelta atrás es imposible en historia. Es de esperar, pero no es seguro, que lo sepan. Al derribar a Morsi,-o Mursi, el "murciano"- el General Al Sisi presentó una hoja de ruta para restablecer instituciones salidas del voto popular en un máximo de nueve meses. Veremos, también. Añádase al desaguisado un toque de regodeo por pasarse por el arco del triunfo los apremiantes y no solicitados consejos americanos.

Por supuesto había otras formas de hacerlo, pero dada la determinación de los islamistas y las medidas ofensivas y defensivas que sin cesar perfeccionaban y su demostrada y creciente resolución, no era posible ninguna que excluyese la violencia. Cuanto más tarde, peor. Por parte de los militares, de lo que se trataba era de dar una lección a la Hermandad, con la esperanza de que sea definitiva, para una temporada, y con ello evitar esa guerra civil a la argelina en los años 90 o a la siria en la actualidad, que casi todo el mundo les pronostica. Lo más probable es que esta implacable estrategia les de la victoria, al menos de momento, puesto que por muy subyugado que quede, el islamismo radical es un elemento de la profundamente islámica sociedad del Oriente Medio islámico que no se puede extirpar, con el cual una incipiente democratización es imposible y contra el cual, también. Probablemente la guerra civil se habrá abortado, pero las oficinas de reclutamiento de Al Qaida y similares verán aumentar sus colas.

Así como nada se entiende si se habla del golpe militar que derribó al gobierno ignorando la inmensa movilización en contra de éste que se produjo tres días antes, tampoco ahora tiene sentido limitarse al rasgado de impolutas vestiduras democráticas cerrando los ojos al hecho que el movimiento Tamárrod que organizó aquellas, y el Frente de Salvación Nacional del dimisionario ElBaradei, consideran inevitables las medidas actuales.