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Rusos y egipcios avalan que una bomba derribó el avión

Personal del aeropuerto de Sharm el Sheij denuncia fallos recurrentes en el sistema de control que permite detectar los artefactos explosivos

Provincia del Sinaí, un grupo que ha jurado lealtad al Estado Islámico, se ha atribuido la autoría del atentado
Provincia del Sinaí, un grupo que ha jurado lealtad al Estado Islámico, se ha atribuido la autoría del atentadolarazon

Personal del aeropuerto de Sharm el Sheij denuncia fallos recurrentes en el sistema de control que permite detectar los artefactos explosivos

La hipótesis del atentado yihadista como causa del siniestro del A321 ruso en el Sinaí parece confirmarse según avanzan los días y se filtra información de la investigación oficial, para cuyos resultados en firme no hay fecha. Un miembro del comité que analiza la tragedia, integrado por expertos rusos, egipcios, franceses, irlandeses y alemanes, filtró ayer a Reuters que están seguros al 90% «de que el sonido que se escucha en el último segundo de las grabaciones de cabina fue provocado por una bomba». El jefe de dicho comité, el egipcio Ayman al Mokadem, insiste en que hace falta un análisis espectral para identificar la naturaleza de ese ruido. En todo caso, hay una prueba que no maneja la investigación –la referida a las llamadas de teléfono interceptadas a los terroristas por el servicio británico de Inteligencia–, que son lo suficientemente concluyentes como para que varios países hayan cancelado todos los vuelos directos a Egipto, antes incluso de las conclusiones que presente la comisión. Uno de esos países es Rusia, que ha enviado al país árabe dos grupos de expertos, compuestos por miembros de la Agencia nacional de Transporte Aéreo y de los servicios secretos (FSB), para realizar una auditoría de la seguridad de los aeropuertos del país. De ella dependerá cómo y cuándo se pueda levantar la suspensión de vuelos, clave para el sector turístico egipcio. Recordamos que Egipto es el primer destino de los rusos al extranjero, gracias a su precio asequible y a no requerir visado, más de un millón lo visitaron sólo en la primera mitad de este año. Mientras tanto, continúa la labor de evacuación de los turistas rusos en el país. Entre el sábado y el domingo regresaron unos 11.000, que sólo pudieron llevar consigo equipaje de mano.

El funesto destino del Airbus 321 en el que murieron 224 personas a bordo y la constatación de que fue un atentado terrorista han puesto en duda la efectividad de las medidas de seguridad del aeropuerto de Sharm el Sheij, la turística ciudad egipcia de la que despegó el avión. Hasta siete trabajadores del aeropuerto revalidaron las sospechas de que la laxitud de los controles que allí se efectúan bien podrían haber facilitado la colocación de un artefacto explosivo. Consultados por la agencia Associated Press y amparándose en el anonimato, miembros del personal de seguridad declararon que las máquinas dispuestas para escanear los equipajes funcionaban de forma deficiente, y añadieron que sus superiores desoyeron en repetidas ocasiones las reclamaciones sobre este punto. La razón de que los aparatos, que fueron suministrados a Egipto por Reino Unido, no operasen correctamente, obedece no a fallos técnicos sino a la «estupidez humana», sentenciaron los trabajadores. Siempre y cuando no se esperara la visita de inspectores extranjeros, miembros del personal de seguridad acostumbraban a desconectar los escáneres «para ahorrar energía». Los sobornos a una Policía que recibe salarios ínfimos son también una práctica común: «No sé cuántas veces he encontrado una maleta llena de drogas o armas cuyo paso habían permitido a cambio de10 euros», delataba una de las fuentes.

El de Sharm el Sheij no es el único aeropuerto donde la eficacia de las medidas de seguridad brilla por su ausencia. Un trabajador del aeropuerto de Hurgada, población de gran afluencia turística situada a orillas del Mar Rojo, confesaba a LA RAZÓN su desconcierto ante la dejadez de los responsables de la inspección de equipajes: «El principal problema es la falta de formación de los agentes. En un primer nivel de control, se encuentra un policía a quien nadie le ha enseñado a leer correctamente lo que muestran las máquinas.

Existe, además, un segundo y un tercer nivel de escaneo, pero en la mayoría de los casos la habitación en la que se encuentran las máquinas detectoras está vacía. Como no han sido entrenados para usar esos escáneres, los policías los ponen a trabajar de manera automática, pero incluso aunque el aparato detecte algún bulto sospechoso, la ausencia de personal que vigile los resultados conlleva que las maletas sean introducidas en el avión sin hacer distinciones», manifestaba el trabajador, quien rehusó dar su nombre.