El ascenso del EI

- EE UU no ha cedido al chantaje del Estado Islámico y ha reforzado sus ataques aéreos en Irak. ¿Es efectiva su estrategia?

–El problema es la falta de opciones reales que tiene Washington para dar un golpe definitivo al EI. Si bien es cierto que los bombardeos aéreos son de gran ayuda, y que EE UU veía que los kurdos estaban en peligro si no se lanzaba esta embestida, también lo es que Washington está limitado políticamente para dar a efectos tácticos la respuesta necesaria a este semi-Estado terrorista. Digamos que el apoyo aéreo no es suficiente para derrotar al EI, pues ni los peshmergas ni el Ejército iraquí tienen las capacidades para reconquistar ciudades como se ha visto en Tikrit. Los pesmergas se defienden muy bien, pero ni ellos ni el Ejército iraquí pueden llevar en solitario una contraofensiva efectiva.

- ¿Cómo explica la fascinación de los radicales locales y extranjeros por el EI?

–Lo que sucede es que el ISIS, ahora EI, ha tenido unos éxitos militares que no ha tenido nunca ni siquiera Al Qaeda y se ha convertido en algo glamouroso para los yihadistas globales. Por este motivo hay por lo menos 2.000 europeos que salieron hacia Siria e Irak. Antes de la ascendencia y los logros del EI, muchos de los yihadistas europeos se unían a las filas de la filial de Al Qaeda en Siria, Jabhat al Nusra. Pero cuanto más terreno vaya ganando el EI, más se fortalecerá.

- ¿Por qué la decapitación?

–El grupo precursor de Al Qaeda en Mesopotamia, organizado por el fallecido Abu Musab Al Zarkaui, seguía la estrategia de Abu Bakr Naji, el ideólogo. En su libro «La gestión del salvajismo», Naji venía a decir que los yihadistas deberían crear un estado del caos. Y lo están siguiendo los yihadistas del Estado Islámico a través del caos y el terror. El uso de las decapitaciones llevó a Bin Laden a romper con Al Zarqawi, porque Al Qaeda pensaba que eran demasiado brutales y que esto alejaría a la población. Los del EI son herederos de las teorías que seguía Al Zarqawi.

*Investigador en terrorismo en RAND, Washington. Preguntas de E.S. Sieteiglesias