Conflicto armado
El avance kurdo hacia el Éufrates inquieta a Ankara y Washington
EE UU necesita a los «peshmerga», pero teme la respuesta turca
La reciente liberación de la localidad fronteriza de Manbij por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), de mayoría kurda, ha vuelto a levantar ampollas en Turquía. Apenas dos días después del triunfo en Manbij, las FDS anunciaron su avance hacia el oeste del río Éufrates, y no hacia el sureste, hacia Raqa, como quiere EE UU. La intención de las milicias kurdas es continuar hacia la localidad fronteriza de Jarablus, que se encuentra a unas pocas decenas de kilómetros de distancia de Manbij. Y desde allí serían capaces de moverse a Al Bab, y aliviar la presión sobre el barrio kurdo de la ciudad de Alepo, Sheikh Maqsoud, y seguir avanzando más hacia el oeste. La captura de Al-Bab pondría a las FDS en una posición ventajosa para aislar a los yihadistas en la frontera y sobre todo conectar el cantón más occidental kurdo sirio, Afrin, al resto de la región que ellos llaman Rojava (Kurdistán occidental).
El movimiento táctico de los kurdos supone un importante desafío para Turquía, que ha trazado una «línea roja» de 100 kilómetros de frontera entre la localidad de Jarablus y el cantón de Azaz, localidad limítrofe de Alepo en manos de los rebeldes sirios y próxima a Afrin. Desde el principio, Ankara ha mirado con lupa la ofensiva de las fuerzas kurdas aliadas de EE UU para recuperar Manbij. Bajo presión turca, Washington prometió que una vez fuera liberada esta estratégica ciudad, las FDS la devolvieran a los árabes, de mayoría suní. Hace unos días, el ministro de Exteriores turco advirtió de que «Turquía espera que los combatientes kurdos sirios se retiren al este del Éufrates», en un llamamiento al compromiso de EE UU.
Para tranquilizar a Ankara, el portavoz del Pentágono, el capitán Jeff Davis, aseguró que «Estados Unidos tiene la palabra de los líderes kurdos de que los árabes locales serán los que reconstruyan las zonas liberadas». Washington perdería mucho si se enemista con Ankara y su otro aliado regional, Arabia Saudí, que también quiere que las áreas liberadas en la provincia de Raqa, capital del autoproclamado califato, permanezcan bajo control de árabes suníes. Por ese motivo, Washington está siendo cauteloso sobre el apoyo a las fuerzas de autodefensa kurdas (YPG) en zonas cerca de la frontera que podrían ser sensibles para Turquía.
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