Internacional
El Brasil de la confianza y del progreso
En sus primeros 100 días de Gobierno, el presidente Jair Bolsonaro ha demostrado que su compromiso con la nueva política no era mera retórica, sino una práctica adoptada por todo el equipo en el día a día de la administración. Nuestro Gobierno ha hecho patente un enorme respeto por el Estado de derecho y por la seguridad jurídica, así como un gran empeño en el combate contra la corrupción. Cada vez está más claro su verdadero compromiso con la libertad, la ciudadanía y el progreso. En las mentiras que la propaganda de la izquierda brasileña propaga por Europa, aparecemos como grandes villanos, pero la verdad es que hemos heredado un país devastado por la irresponsabilidad de un Gobierno con un proyecto megalomaníaco de poder continental, en nombre del cual ha estado repartiendo miles de millones de dólares a sus amigos de Cuba y Venezuela, ignorando las necesidades de una población con 14 millones de desempleados y con grandes deficiencias en salud, educación e infraestructuras.
Reconozco que los comienzos de esta caminata nuestra no están siendo fáciles. Además de las dificultades naturales, no hemos tenido siquiera una tregua por parte de los grandes medios brasileños de comunicación de masas –ni tampoco de los medios internacionales, intoxicados por la propaganda de nuestros adversarios. Sufrimos ataques semejantes a los perpetrados contra gobiernos legítimos como el de Donald Trump y el del chileno Sebastián Piñera, ambos sucesores de administraciones comprometidas con tesis izquierdistas, aunque menos nefastas, puesto que ni Chile ni Estados Unidos estaban quebrados ni moral ni económicamente.
Cuando Trump cumplió 100 días de gobierno, fue acusado de no tener rumbo, de no cumplir metas, de no relacionarse bien con el Congreso, de pasar mucho tiempo en Twitter, de no impedir que sus parientes influyesen en el Gobierno y de ser el presidente peor valorado de la historia reciente de Estados Unidos. Piñera, que sustituyó a la socialista Michelle Bachelet, fue tildado por la oposición de errático, acusado de no respetar el Estado y de dirigir un Gobierno de patrones. Pasados poco más de dos años, el Gobierno Trump consiguió que la economía volviese a crecer por encima del 4% anual, exhibe una tasa de desempleo en torno al 3,7% –la más baja desde 1969– y está impulsando las inversiones productivas. Las acciones de las 30 mayores empresas americanas alcanzaron altos récords en las Bolsas, fruto de una política en la que los intereses de Estados Unidos están en primer plano, ha reducido impuestos y está recuperando gran parte de los empleos «exportados» para Asia. Con Piñera, Chile también ha incrementado su actividad económica con un crecimiento del 3,8%, casi tres veces la media del 1,7% de la Administración Bachelet.
Ordenar la casa es trabajoso, porque todo cambio supone incomodidad. Y las críticas son duras, muchas de ellas injustas. Vamos a superar esta fase y a entrar en la ruta del crecimiento, porque tenemos un proyecto de país. Nos volcaremos en nuestros objetivos y el primero de ellos es aprobar la Nova Previdência –nueva Seguridad Social– para rescatar la confianza de los inversores. La nueva Seguridad Social, lo he dicho siempre, es el portal de la prosperidad. Avanzaremos en la revisión y simplificación de nuestro sistema tributario y en la implantación de una legislación penal más moderna, capaz de inhibir la corrupción sistémica, sostenida durante trece años por los gobiernos de izquierda, que contagió prácticamente a todo el Cono Sur y a parte del Caribe.
Hemos combatido el buen combate. Estamos del lado de la verdad. Cambiamos la vieja política por la nueva política y, en eso, Brasil ya ha cambiado. Superaremos todos los obstáculos y construiremos un país fuerte e independiente, pero también solidario, seguro y libre. Europa siempre tuvo en Brasil un gran colaborador, naturalmente en el comercio, pero, sobre todo, en el carácter acogedor y generoso de nuestro pueblo.
En el siglo XIX y comienzos del XX, recibimos a millones de inmigrantes de España, Italia, Portugal, Francia, Alemania, Polonia y Reino Unido. Más tarde, los hijos y nietos de estos inmigrantes volverían a Europa para defender la libertad y la democracia. Estos soldados nuestros lucharon hombro con hombro con fuerzas aliadas en los campos de Italia durante la Segunda Guerra Mundial, derramaron allí su sangre, sudor y lágrimas. Y vencieron. Como ellos, no perdemos la fe ni la garra, pero tampoco la humildad. Europa seguirá contando con la fuerza de la colaboración de los brasileños, porque en estos 100 días hemos trabajado duro para ordenar la casa y preparar el país para un nuevo y vigoroso ciclo de crecimiento. Los resultados llegarán rápido, como ya lo han hecho en Estados Unidos y en Chile.
Ministro Jefe de la Casa Civil de la Presidencia de Brasil
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