Latinoamérica
El diálogo da sus primeros pasos en Ecuador
Representantes del Gobierno e indígenas se reúnen con la mediación de la ONU y la Iglesia, mientras Quito ofrece una imagen de ciudad arrasada bajo el toque de queda
Quito es una ciudad que crece a lo largo. Es muy fácil situarse si se conocen dos avenidas: la 6 de Diciembre y la Amazonas. Ambas amanecieron ayer grises; llenas de barricadas, con vestigios de neumáticos quemados y algunas zonas totalmente destrozadas. La luz del día evidenció la magnitud del vandalismo en la capital de Ecuador, donde se concentran las movilizaciones indígenas y sociales desde el pasado 2 de octubre.
La postal de la barbarie es, sin duda, el edificio de la Contraloría General del Estado, que por horas ardió en llamas; fue saqueado, sus ventanales y puertas derrumbadas, los archivos quemados. Ayer todavía salía humo de varias partes del edificio. Ha sido complejo controlar este y otros incendios (como la sede del canal de televisión Teleamazonas, también atacada por la turba), porque los violentos bloqueaban los pasos a los vehículos del Cuerpo de Bomberos de Quito.
En una declaración televisada a la nación la noche del sábado, el presidente Lenín Moreno indicó que «es un día triste para el Ecuador, para Quito, para la historia de nuestro país», y se refirió a los sucesos acaecidos el sábado como de «violencia nunca antes vista». Con todo, indicó que el toque de queda que entró en vigor a las 15:00 de ese día «tiene resultados tangibles» y que por la noche se había recuperado la calma en buena parte de la capital. Anunció también propuestas para paliar la precariedad económica, como que los recursos que se consigan con las medidas sean destinados directamente al pueblo indígena.
Este es el panorama en Quito –bajo estado de excepción y toque de queda– para los diálogos, que estaba previsto iniciar al cierre de esta edición entre la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), que lidera la movilización nacional, y el Gobierno. El inicio de las conversaciones se ha conseguido gracias a la mediación de la Organización de Naciones Unidas y la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, que han sido actores clave para conseguir sentar a las partes. De ahí que el mensaje de ayer del Papa Francisco desde el Vaticano fuese el impulso para encontrar la paz y rezar por los fallecidos (nueve, hasta el momento) en los doce días de protesta. Por su parte, la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA) trasladó ayer su apoyo a las conversaciones.
Sin ofrecer más detalles acerca del lugar de la reunión ni tampoco sobre quiénes integraran las delegaciones de ambas partes, la Iglesia ecuatoriana y la ONU dicen confiar «en la buena voluntad de todos para establecer un diálogo de buena fe y encontrar una pronta solución a la compleja situación que vive el país». Lo más seguro, según fuentes consultadas por LA RAZÓN, es que los encuentros tengan lugar en una de las cuatro universidades que apoyan este proceso de mediación (Católica, Central, Salesiana y Politécnica, todas en Quito).
Hay recelo en el Gabinete de Moreno de volver al palacio de Carondelet, en el corazón del Centro Histórico de la capital. Un lugar complicado, sobre todo porque hay pocas vías de acceso y en el país han calado las imágenes de los expresidentes derrocados desde 1997. Uno de ellos incluso tuvo que huir en helicóptero desde la casa presidencial (Lucio Gutiérrez, en abril de 2005).
La mayoritaria Conaie informó previamente de que mantendrá el «diálogo directo» propuesto por Moreno para negociar una salida a la crisis que desataron ajustes económicos pactados con el FMI. La organización reconsideró su negativa inicial y aceptó el encuentro cara a cara con el presidente para discutir «la derogatoria o revisión» del Decreto 883 sobre medidas como la eliminación de subsidios a combustibles, que elevaron los precios el 123%.
Moreno consideró el viernes «indispensable frenar la violencia» e invitó a la Conaie a «encontrar soluciones» frente al llamado de la dirigencia a radicalizar las acciones tras el fracaso de una primera tentativa de acercamiento. Éste ha llegado, según datos de la Defensoría del Pueblo, después de unos incidentes que han dejado dos mil heridos y más de mil detenidos desde el pasado 3 de octubre.
«Mi Gobierno siempre ha sido de diálogo y de paz, pero también de firmeza y apego a la Ley y la Constitución ¡No permitiremos más violencia! Han sido días difíciles pero vamos a sacar al país adelante. El diálogo es nuestra herramienta y avanzamos en ese proceso», insistió ayer el cuestionado mandatario.
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