Elecciones en Alemania
El discurso de Los Verdes caduca
Poco queda ya de aquella alianza de movimientos pacifistas, antinucleares y feministas que entró por primera vez en el Parlamento alemán (Bundestag) en 1983. Veinte años después, Los Verdes no sólo han tenido experiencia de gobierno de la mano del socialdemócrata Gerhard Schröder entre 1998 y 2005, sino que aspiran a convertirse en el nuevo partido bisagra del sistema político alemán. Más aún si mañana las urnas confirman la debacle de los liberales del FDP, el partido que más tiempo ha estado en el poder en la Alemania de posguerra. Desde su nacimiento han pasado de 22.000 a 60.000 militantes. En un país con 10% de inmigrantes, Los Verdes/Alianza 90 es el partido alemán que más se ha tomado en serio su integración política. Su presidente, Cem Özdemir, tiene raíces turcas, y en sus listas electorales llevan a 23 candidatos de origen inmigrante.
Con todo, el mayor éxito de los ecopacifistas es haber convertido el respeto al medio ambiente en un asunto capital que preocupa a todos los partidos políticos. La misma canciller, Angela Merkel, física de profesión, sorprendió a sus socios europeos y a sus correligionarios al anunciar oportunamente en 2011 el «apagón nuclear» para el año 2022. Paradójicamente, pocos meses antes, su Gobierno había aprobado una ley para alargar la vida de las centrales atómicas. Este giro de 180º grados de la líder cristianodemócrata ponía las bases para explorar una futura alianza postelectoral negro-verde (los colores de ambos partidos). Y es que, aunque la dirección ecologista rechaza un pacto con la CSU/CDU y se decanta por reeditar un Gobierno «rojiverde» con el Partido Socialdemócrata (SPD) si los votos lo permiten, la hipótesis no es tan descabellada a tenor del perfil de sus votantes. El elector ecologista tipo es un hombre o una mujer de clase media que vive en una gran ciudad, tiene formación universitaria y desea una vida respetuosa con la naturaleza. Según una encuesta, un 45% de los simpatizantes ecologistas desea la reelección de Merkel, frente a un 53% que prefiere un cambio de Gobierno.
Sin embargo, los pactos postelectorales no son el mayor problema que preocupa en estos momentos al partido. Las últimas encuestas muestran un sustancial descenso del apoyo electoral a Los Verdes, lo que reduce aún más más las posibilidades de que la izquierda pueda desbancar a Merkel del poder. En apenas dos años, los ecologistas han pasado del 28% de intención de voto y arrebatar a la CDU su feudo de Baden-Würtemberg (sur de Alemania), al canino 9% que le atribuyen los últimos sondeos, lo que sería su peor resultado desde 2009. ¿La explicación? Los analistas políticos creen que el electorado les está castigado por sus propuestas de subir impuestos, reducir la velocidad máxima y, sobre todo, imponer un día vegetariano a la semana en los colegios públicos.
Por añadidura, la derecha se ha adueñado de su banderín electoral por antonomasia: el «no» a la energía nuclear. Trittin prefiere quitar hierro a las malas previones. «Es habitual en todas las campañas de Los Verdes. En los últimos 20 años siempre ha sido así. Al principio, empezamos muy alto, luego bajamos, y luego volvemos a subir», aseguró el candidato, en el centro del huracán mediático tras revelarse que hace treinta años, al comienzo de su carrera política, apoyaba la pedofilia.
División interna sobre pactos de gobierno
Entre los dos candidatos que presenta el Partido Verde en estos comicios, también se siente la misma dicotomía que expresan sus votantes a la hora de establecer futuros pactos de gobierno con los partidos que salgan más reforzados en las elecciones de este domingo. Mientras que Jürgen Trittin (derecha) se muestra más favorable a una alianza con los socialdemócratas de Peer Steinbrück, la pastora luterana Katrin Göring-Eckard se presenta más pragmática y no descarta trasladar algún día a escala federal la experiencia de coalición con la CDU de Angela Merkel en la ciudad-Estado de Hamburgo y el malogrado tripartito en Sarre con éstos y los liberales.
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