Siria

El Estado Islámico decapita al «guardián» de Palmira

Jaled Al Asad, el arqueólogo que durante 40 años cuidó del patrimonio de la ciudad, se negó a desvelar dónde están escondidos varios de sus tesoros. Ayer fue ejecutado y colgado de una columna

Jaled Al Asad
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Jaled Al Asad, el arqueólogo que durante 40 años cuidó del patrimonio de la ciudad, se negó a desvelar dónde están escondidos varios de sus tesoros. Ayer fue ejecutado y colgado de una columna

El Estado Islámico ha vuelto exhibir su salvajismo con la ejecución pública de Jaled al Asad, un reputado arqueólogo sirio que durante cuarenta años custodió las ruinas de antigua ciudad de Palmira. Al Asad, de 82 años, fue degollado con un cuchillo en una plaza fuera del museo, ubicado en la parte moderna de la ciudad, junto a las ruinas de Tadmud. Decenas de personas presenciaron la decapitación del celebre doctor, cuyo cuerpo fue después expuesto sobre una columna grecorromana que él mismo había restaurado.

Su muerte representa un duro golpe no sólo para la Dirección General de Antigüedades y Museos de Siria, sino para el mundo de la arqueología. Al Asad se retiró en 2003 como jefe de Antigüedades de Palmira, pero continuó con su labor de experto colaborando con el Departamento de Antigüedades y Museos de Siria. «Era uno de los más importantes pioneros en la arqueología siria», declaró consternado ayer el director de Antigüedades sirias, Mamun Abdulkarim, un amigo íntimo. «Imagina a un renombrado académico que ha prestado tan memorables servicios a su país y a la historia decapitado y su cadáver expuesto en una columna del centro de la plaza de Palmira», lamentó Abdulkarim. El jefe de Antigüedades advirtió de que la presencia de estos criminales en las ruinas de la milenaria ciudad es «una maldición y un mal presagio para cada una de las piezas arqueológicas».

Al Asad estaba sentimentalmente atado a esta joya arqueológica, Patrimonio de la Humanidad. Cuando las huestes de Al Baghdadi entraron en la ciudad en mayo pasado, decidió permanecer allí con la idea de proteger las ruinas e intentar persuadir a los devotos del EI para que no destruyan sus tesoros. Los yihadistas lo apresaron en julio y desde entonces había sufrido varios interrogatorios. El EI quería información sobre la ubicación de los tesoros del sitio, los cuales fueron escondidos para salvarlos de la destrucción de los yihadistas.

«Palmira es un as en la manga del EI y lo usarán algún día cuando lo necesiten. Si quieren hacer una gran propaganda la destruirán como ya hicieron con las antiguas ciudades de Nimrud y Hatra, en Irak», advirtió a LA RAZÓN Mustafa Ahmad, director del centro de estudios arqueológicos sirio Medmak. «Han plantado miles de explosivos caseros alrededor de Palmira. Son el mismo tipo de explosivos que utilizaron para dinamitar los dos mausoleos chiíes en la zona de Tadmur (el antiguo nombre de Palmira)», insistió. Desde la plataforma Save Palmyra emitieron un declaración conjunta de varias organizaciones tanto dentro como fuera de Siria para pedir a Damasco que protegiera Palmira ya que estaba en peligro de caer en las manos del EI. «Lo habíamos advertido, pero dejaron que los yihadistas entraran en ella. Los aviones del régimen sólo bombardearon cuando el EI ya había tomado parte de la ciudad. ¿Por qué no lo hicieron antes?», denunció el arqueólogo. El EI está jugando a un doble juego. Desde su punto de vista islámico destruye todo lo que sea considerado pagano, como la estatua del león y unos bustos del museo de Palmira. Pero por otro lado, se está enriqueciendo con el tráfico ilegal de piezas robadas. El grupo yihadista obtiene 100 millones de dólares al año con la venta de antigüedades que han saqueado de yacimientos y museos en todo Irak y Siria, según Interpol. «Es un negocio muy bien organizado.

El EI está dando permisos para excavar y dispone de palas excavadoras. El yacimiento de Tel Al Hariri (en Deir Ezzor) está siendo saqueado. Es un desastre cultural», advirtió Ahmad. «No debemos olvidar que no habría ningún saqueo si no hubiera un mercado. El mercado es el incentivo. Los que compran las piezas están incentivando el saqueo de sitios arqueológicos y museos», denunció Ahmad. En el sur de Turquía está proliferando el mercado negro de antigüedades. Ahmad está convencido de que en el negocio participan autoridades y oficiales turcos. «¿Cómo es posible que una pieza pueda llegar desde Raqa hasta Estambul?», se pregunta.

Perfil/ Vivir y morir por la arqueología

Jaled Al Asad / Ex director de antigüedades

El mundo de la arqueología ha perdido a un profesional que sacrificó su vida por proteger lo que más amaba: Palmira. Jaled al Asad dedicó medio siglo a excavar, restaurar y salvaguardar una de las joyas de la arqueología mundial, declarada Patrimonio de la Humanidad. Empezó su carrera profesional en 1963 en la Dirección General de Antigüedades y Museos de Siria (DGAM). Por su buen hacer y dedicación fue nombrado director de Antigüedades de Palmira, cargo en el que permaneció cuatro décadas. Incluso después de su retiro siguió comprometido con el DGAM. Además del gran respeto y admiración que se había ganado, era conocido como uno de los arqueólogos más importante del país, y también como un experto en la historia Palmira. Al Asad escribió varios libros y textos científicos, tanto en solitario como en cooperación con otros expertos. Entre sus obras destacan «Las Escrituras de Palmira» y «Zenobia, la Reina de Palmira y el Oriente», conocidas a nivel internacional. Este arqueólogo notable sirio trabajó con las numerosas delegaciones que se aventuraron a excavar en la ciudad y participó en la campaña para que la milenaria ciudad fuera incluida en la lista de la Unesco.