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Asad asesta un duro golpe a los rebeldes al reconquistar el casco viejo de Alepo
La ONG añadió que el martes al menos once personas fallecieron, entre ellos tres menores
El Ejército sirio y sus aliados han tomado el casco antiguo de la ciudad siria de Alepo (norte) tras la retirada de los rebeldes de la zona.
Tras recuperar ayer la totalidad del casco viejo de Alepo, las fuerzas del régimen y sus aliados chiíes (Hizbulá de Líbano, fuerzas de élite Al Quds iraníes y milicianos iraquíes), con el apoyo de los bombardeos rusos, han conseguido hacerse con el 70% del este de la ciudad, que ha estado bajo control de la oposición desde el verano de 2012. Los rebeldes se vieron obligados a replegarse porque corrían peligro de quedar cercados. Ya el martes, el Ejército y sus aliados habían tomado el estratégico barrio de Al Shaar, lo que permitió el rápido avance de las tropas hacia la Ciudad Vieja.
El Ejército dejó un reguero de cadáveres tras su paso por Al Shaar. Los cuerpos seguían ayer esparcidos en las calles porque no habían podido ser rescatados antes por la intensidad de los ataques aéreos. Los bombardeos de la artillería del régimen y de los aviones rusos se concentran ahora en los distritos de Al Kalasa y Bustán al Qasr, indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. La agencia oficial siria SANA anunció ayer que las fuerzas de Asad «han restaurado la seguridad y la estabilidad» en los distritos de Al Shaar, Karm al Dada, Karm al Qatirji, Al Marjeh y Al Sheij Lutfi, todos ellos en la parte oriental de Alepo. Desde que comenzó el 15 de noviembre la ofensiva gubernamental para retomar los barrios del este, más de 650 personas han perdido la vida y más de 80.000 civiles han huido de sus hogares.
Mientras avanzan las tropas y se encarnecen los combates, las condiciones de vida de más de 300.000 civiles de los distritos asediados de Alepo siguen empeorando ante la escasez de alimentos y medicinas. Los rebeldes, a punto de ser vencidos, pidieron una tregua de cinco días para poder sacar de la ciudad a heridos y civiles, y la apertura de unas negociaciones sobre el futuro de esta ciudad. Sin embargo, Damasco solamente aceptará un nuevo alto el fuego cuando hayan abandonado Alepo los sublevados. La reacción de las potencias occidentales fue inmediata. El presidente saliente Barack Obama, en una declaración conjunta con los líderes de Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y Canadá, instó al Gobierno sirio a poner fin a sus ataques en el este de Alepo.
La celeridad con la que las tropas gubernamentales se han hecho con la otra mitad de la antigua capital económica de Siria tiene mucho que ver con la entrada en funciones en enero de la nueva Administración de EE UU. Otro factor a tener en cuenta es el reciente «affaire» entre el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su homólogo ruso, Vladimir Putin. Esta nueva alianza sobre Siria ha permitido a las fuerzas gubernamentales y su aliado ruso concentrarse en ganar terreno en Alepo, mientras las tropas turcas han estado «limpiando de terroristas» del Estado Islámico el norte de Siria con su «operación Escudo del Éufrates».
La ayuda «indirecta» que presta Turquía en la lucha contra los yihadistas «permitió a los combatientes chiíes concentrarse en la lucha urbana e ir cercando poco a poco a los rebeldes en el este de Alepo», dijo a LA RAZÓN el coronel retirado Nizar Abdelkader.
Asad es consciente de que si gana la ciudad de Alepo habrá dado un gran paso para ganar la guerra. También pondrá en desventaja a la nueva Administración Trump si intenta obtener concesiones de Rusia o Irán sobre Siria. Según Abdelkader, «Asad y sus aliados en Moscú parecen ansiosos por establecer el control total de Alepo e Idlib antes de que el Gobierno de Trump asuma el cargo», asegura el ex coronel.
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