Estados Unidos
El fantasma de Libia sacude la campaña de Clinton
La precandidata demócrata pasa el último examen en el Congreso por el atentado de Bengasi en el que murieron cuatro estadounidenses
Su intervención estuvo medida al milímetro. Hillary Clinton acudió al Congreso con las tareas hechas para así evitar que su comparecencia ante el comité de la Cámara de Representantes que investiga los ataques en Bengasi (Libia) sirviera de munición para los republicanos e incluso para sus contrincantes demócratas en las primarias. Se trata de uno de los atentados más mediáticos que sacudieron a EE UU en 2012, ya que acabaron con la vida de cuatro ciudadanos estadounidenses, incluido el embajador Christopher Stevens. Con traje oscuro, semblante serio, aupada en las encuestas y en cierto modo más relajada tras el anuncio de Joe Biden de que no concurrirá a las primarias, Clinton tuvo que dar explicaciones sobre su actuación como secretaria de Estado cuando sucedieron los ataques. «La seguridad nacional tiene que estar por delante de la política y la ideología», afirmó tras hacer un tributo a los fallecidos. El conservador Trey Gwody expuso su batería de preguntas a Clinton: ¿Por qué estaba Estados Unidos en Libia? ¿Por qué las solicitudes de seguridad se habían denegado? ¿Por qué el Ejército no estaba preparado para responder de manera rápida en el aniversario del 11 de septiembre? ¿Por qué la Administración Obama cambió su versión sobre la naturaleza de los ataques las semanas posteriores? La ex jefa de la diplomacia, que ya se imaginaba el dardo afilado del republicano, hizo hincapié en que la seguridad perfecta no puede lograrse jamás. Por ello, citó los diferentes ataques contra instalaciones diplomáticas y militares de Estados Unidos durante las presidencias de su marido, Bill Clinton, y el republicano Ronald Reagan. Incluso subrayó que la campaña contra Muamar Gadafi en 2011 ayudó a prevenir «un genocidio». Abogó por intervenir en la revolución libia contra las cuatro décadas de gobierno de Gadafi, frente a las objeciones del vicepresidente Joe Biden y el entonces secretario de Defensa, Robert Gates. Detalló que cuando conoció el ataque contra el consulado en Bengasi consideró el envío de fuerzas especiales, pero hubo divisiones entre «los asesores» del presidente Barack Obama y en última instancia esa decisión recaía en el presidente.
La aspirante demócrata no se achantó ante la comisión y la crítico por buscar un objetivo político. Argumentó que «la diplomacia no puede hacerse desde búnqueres» y que las muertes del ataque ocurrido en Bengasi muestran el «inevitable nivel de riesgo» que hay que aceptar para proteger al país y sus «intereses y valores» en lugares peligrosos. «Hemos aprendido de la manera más dura que cuando Estados Unidos se ausenta de zonas inestables hay consecuencias». Asimismo, Clinton dijo que asume «toda la responsabilidad» de haber mandado a Stevens a Libia en un momento de gran inestabilidad en la región, al tiempo que recordó que el diplomático era un «amigo de los libios» y un apasionado de Oriente Medio que sabía los riesgos a los que se exponía.
En principio, la de ayer supone la última comparecencia de Clinton por el «caso Bengasi» y está previsto que el año que viene se emitan las conclusiones de la investigación, algo que de convertirse en candidata demócrata a la Casa Blanca podría hacer mella en las elecciones.
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