Ataque yihadista en Francia

El Gobierno belga despierta frente a la amenaza yihadista

Un policía cierra el paso a una calle del barrio de Molenbeek, cuna de varios de los terroristas que atentaron en París
Un policía cierra el paso a una calle del barrio de Molenbeek, cuna de varios de los terroristas que atentaron en Paríslarazon

Aprueba medidas para poner fin a los errores policiales que incluyen una base de datos de sospechosos y la vigilancia del barrio de Molenbeek.

Bélgica reacciona. El país despertará el día de Año Nuevo enfrentándose a la amenaza yihadista –tantas veces negada o minusvalorada– con una nueva batería de medidas que pretenden avanzar en la lucha contra el terrorismo y paliar la fragmentación de poderes y descoordinación entre las diferentes autoridades, su principal talón de Aquiles.

La medida estrella anunciada el pasado domingo y ya aprobada consistirá en la puesta en marcha de un banco de datos con sospechosos de radicalización que el ministro de Interior, Jan Jambon, califica de «dinámico». La principal novedad es que los diferentes cuerpos policiales y también las autoridades locales puedan acceder a esta información para tomar cartas en el asunto y que incluso se pueda retirar el pasaporte por un periodo de entre tres y seis meses a los denominados «yihadistas retornados», jóvenes musulmanes radicalizados que han viajado a Siria e Irak sospechosos de planear atentados en suelo europeo. Esta sanción deberá tramitarse a través del Órgano de Coordinación para el Análisis de las Amenazas (OCAM, por sus siglas en francés), que tiene una base de datos inicial de 420 personas radicalizadas. El Gobierno Federal también ha reconocido que tiene constancia de 130 yihadistas retornados, 85 de ellos viviendo en Molenbeek, una de las 19 comunas de Bruselas (agrupaciones de barrios) considerada como cuna de los jóvenes terroristas y epicentro de las últimas detenciones.

Los errores cometidos están dolorosamente recientes. La burgomaestre de Molenbeek (equivalente a una alcaldesa), Françoise Schepman, recibió un mes antes de los atentados de París una lista con 80 nombres de supuestos radicales con sus direcciones bajo su jurisdicción, pero irónicamente no pudo hacer nada con esta información, ya que las posibles detenciones y registros corresponden a la Policía federal de un Estado fuertemente descentralizado y con enconados enfrentamientos entre las autoridades locales, regionales y nacionales. Su comuna tampoco contaba con los suficientes recursos para implantar programas de prevención. La misma historia se repite en el caso del municipio de Verviers, lugar en el que se produjo la desarticulación de la célula antiterrorista de los atentados de «Charlie Hebdo» hace un año en París, operación de la que se escapó Abdelhamid Abaoud, cerebro de los ataques en la sala Bataclan. En este caso, la alcaldesa ha reconocido que la Policía federal tan sólo le informó del número de vecinos considerados como radicalizados y que si supo, no pudo gestionar este dato.

Bélgica es consciente de que algo debe cambiar en un país sumido desde hace años en un marasmo identitario fruto de las diferencias entre la comunidad flamenca y la valona y con un Estado cuyas atribuciones se han reducido a su mínima expresión. Por eso, a este nuevo fichero dinámico tendrán acceso según los casos las autoridades locales, que podrán utilizarlo para sus planes de seguridad local y el denominado por la Prensa belga «acompañamiento psicosocial» o programas de prevención.

Jan Jambon también anunció que los soldados permanecerán en las calles, al menos, otro mes con mayor número de efectivos. Una presencia militar que llegó al máximo durante la semana que el país estuvo sumido en el nivel cuatro después de que la pista de los atentados de París condujesen, una vez más, al barrio de Molenbeek. Respecto a este área, el Gobierno aseguró que se reforzará la seguridad y se «cortarán los flujos de financiación» para erradicar el tráfico de armas y la economía sumergida, al tiempo que se controlará y registrará a su población.

Precisamente en Molenbeek vivía uno de los yihadistas que detonó su cinturón explosivo junto al Estadio de Francia, en Saint-Denis. La madre del terrorista más joven del 13-N, Bilal Hadfi, indicó ayer que estaba «orgullosa» de que su hijo sólo se hubiera matado a sí mismo. La mujer se identificó como Fatima en una cadena de televisión belga que se ve mucho en la comunidad marroquí, Maghreb TV. En directo, señaló que no tenía ni idea de que su hijo, Bilal, se hubiera radicalizado hasta que llamó desde Siria en lugar de Marruecos, adonde le había dicho que se iba de viaje. En su opinión, los extremistas islámicos se aprovecharon de que su hijo estuviese afectado por la discriminación en Bélgica. También contó que, tras el atentado, viajó a París al lugar donde Bilal, de 20 años, se suicidó.