Abusos a menores

Epstein, acusado de tráfico sexual de menores, se suicida en su celda

El magnate, amigo de Trump y Clinton, aparece ahorcado. El FBI investiga su muerte. El suicidio se produce después de que un juez de Nueva York dictase la desclasificación de parte del sumario con nuevas denuncias de sus víctimas

Jeffrey Epstein, el multimillonario acusado de tráfico sexual de menores, se suicidó este viernes por la noche en su celda

Jeffrey Epstein, acusado de acostarse y traficar con menores, supuesto abusador, maltratador y proxeneta, se ha ahorcado en una celda de Manhattan. El multimillonario, que durante años fue amigo de las diversas celebridades, famoso por su don de gentes y sus fiestas estupendas, donante destacado de la Universidad de Harvard, anfitrión entre mil de Stephen Hawking, Bill Clinton o el príncipe Andrew, Duque de York, sufrió un paro cardiaco en el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York. Falleció a los pocos minutos en el hospital. Tenía 66 años y su jet privado recibía el sobrenombre de Lolita Express.

En 2007, Epstein ya fue acusado de abusos. Logró zafarse de una posible cadena perpetua porque el fiscal del distrito sur de Florida, por Alex Acosta, le propuso declararse culpable, e indemnizar a sus posibles víctimas, a cambio de apenas 13 meses de cárcel. En una penitenciaría de mínima seguridad, con permisos de 12 horas al día, seis días a la semana. Pero la historia volvió para encontrarle. Diez años más tarde fue de nuevo acusado de abusar y/o de facilitar abusos contra decenas de mujeres. Algunas de ellas no tenían entonces más de 14 años. Otra de ellas sostiene que Epstein la violó cuando tenía 15. Según los fiscales también ofrecía dinero a chicas jóvenes para que actuaran como inductoras y reclutar a nuevas víctimas. Que caían en una espiral de viajes a sus palacetes de Florida y el Caribe, parrandas con prohombres y, sí, relaciones sexuales.

La cuestión esencial, ahora mismo, es averiguar si es posible mantener un caso contra alguien que está muerto, y si las posibles víctimas se irán de vacío. Un abogado que colabora frecuentemente con CNN, Paul Callan, explicó que la vía penal ha sido clausurada. No puede acusarse penalmente a un muerto. Pero no sucede igual con las demandas civiles. Todavía es posible presentar demandas contra su patrimonio. La cadena también recordaba que este próximo miércoles entra en vigor la Ley de Víctimas Infantiles de Nueva York, que facilita la labor de los fiscales y jueces en casos de abusos sexuales a menores y amplía la capacidad para denunciar.

Una de las personas que lógicamente aspiran a recibir algún tipo de reparación es Virginia Roberts Giuffre, que según los documentos revelados el pasado viernes acusaba a Epstein de haberla usado como «esclava sexual». Virginia no era mayor de edad y su captor se habría ayudado, supuestamente, del concurso de una madame, una tal Ghislaine Maxwell. Está por ver, también, que decidirá ahora la juez del Distrito Sur de Florida, Kenneth Marra, que estaba encargada de decidir si era posible reabrir hasta el final una causa teóricamente juzgada.

A Epstein lo habían detenido el pasado 6 de junio en aeropuerto de Teterboro, en Nueva Jersey, al tiempo que el FBI irrumpió en su exclusiva y lujosa mansión del Upper East Side, la legendaria Herbert N. Straus House. Desde el 23 de julio estaba bajo el protocolo para evitar suicidios, luego de los funcionarios de prisiones encontrasen en su cuello señales de heridas posiblemente autoinflingidas. Aunque Epstein denunció que había sido objeto de un asalto. Apenas 24 horas antes, el tribunal federal de Nueva York desclasificó parte del sumario, con nuevas denuncias y nuevos pormenores y pruebas para añadir al abultado caso por proxeneta y depredador sexual que acumulaba en contra.

Ya nadie le concedería pases especiales. No podría ausentarse cuando quisiera y, sobre todo, el nuevo clima político y social impediría que sus contactos, su dinero y sus abogados le procurasen la enésima salida airosa. Tampoco encontraría declaraciones tan empáticas como aquella de Donald Trump en 2002, cuando declaró que «Conozco a Jeff desde hace quince años, y es un tipo estupendo. Es muy divertido estar con él. Dicen que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mi, y muchas de ellas caen del lado más joven. No hay dudas sobre eso. Jeffrey sabe cómo vivir la vida».

La caída del magnate le costó el puesto al entonces fiscal Acosta, en labores de secretario de Trabajo de la Casa Blanca. Ciertamente Trump, que le obligó a dimitir, tuvo palabras ambiguas: «[Epstein] Hizo un trato con el que la gente estaba feliz, y luego, 12 años más tarde, parece que no están contentos con él. A ver cómo lo explicas. Pero el hecho es que ha sido un fantástico secretario de Trabajo». Apenas un día antes alguien le había cuestionado al todavía secretario de Trabajo sobre la idoneidad del pacto que le ofreció en 2007. «Vivimos en un mundo muy diferente», musitó, antes de admitir que la reducción de la pena a Jeff Epstein era una «vergüenza» para las víctimas.