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El nerviosismo de los «príncipes rojos»

La Razón
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- Hasta ahora, las autoriades de Pekín han apostado por dejar morir al movimiento prodemocrático de Hong Kong sin utilizar el uso de la fuerza. ¿El violento desalojo del campamento estudiantil marca un nuevo rumbo en la política de contención?

–No está claro. Hong Kong supone un activo económico muy valioso para China, por ese motivo Pekín trata de limitar una represión contra el movimiento democrático. Una cautela que serviría para no acabar con la gallina de los huevos de oro. Una respuesta, en todo caso, interesada.

- El acuerdo de 1984 habilitó la cesión de Hong Kong a China en 1998 y consagró el principio de «un país, dos sistemas». ¿Se ha roto este respeto a las libertades de la ex colonia británica?

–En Hong Kong tienen un margen de libertad mayor que el de otras regiones, pero siguen sintiéndose manipulados por Pekín. Lo que supone el centro de estas protestas –la libre elección de los candidatos para las elecciones de 2017– así lo demuestra. Es decir, todo gira entorno a la cuestión de nacionalismo y soberanía, dos aspectos clave del régimen. Los candidatos a gobernar Hong Kong saldrán de un comité de expertos compuesto por 1.200 miembros que representan a las élites políticas y económicas del país y, por lo tanto, muy cercanos al régimen. Según la ley china es el Congreso Nacional del Pueblo (CNP) quien debe apoyar estas nominaciones –cada candidatura requiere el visto bueno del 50% del CNP–. Por lo tanto, eso significa que los segmentos importantes de la sociedad y el ala prodemocrática de la opinión pública tienen escasas posibilidades de conseguir candidatos que representen sus intereses y sus puntos de vista.

- ¿Considera que la comunidad internacional ha dejado solos a los hongkoneses que luchan por una mayor democracia?

–No existe una única respuesta. Son varios los motivos. Por un lado, está el hecho de que lo que quiere hacer Pekín en relación a las elecciones en Hong Kong está recogido en sus leyes, por lo que eso podría respaldarles de cara a las críticas externas. Por otro lado, es que no existe duda o debate sobre si Hong Kong está o no bajo la soberanía china, porque lo está. Además, muchas naciones son conscientes de que involucrarse en esta crisis podría perjudicarle en conflictos territoriales que ellos mismos tienen dentro de su frontera. China es un país enorme, poderoso y recalcitrante, lo que en cierta medida limita la posible acción de la comunidad internacional.

- ¿Qué impacto tendrá en el movimiento estudiantil el uso de la fuerza? ¿Doblegará la voluntad de los jóvenes?

–Hasta ahora, han demostrado lo contrario. Sin embargo, desde Pekín ya empieza a haber cierta preocupación por el futuro de estas protestas. Aun así no pueden ceder a sus demandas porque desencadenaría un contagio incontrolable. Las zonas fronterizas de Hong Kong pedirían más democracia también y así sucesivamente. Por este motivo el régimen sigue su batalla informativa para impedir que los ecos de esta protesta lleguen a otros puntos del país. Además, hay algún elemento en China, y más aún bajo el liderazgo de Xi Jinping, que es el cada vez más fuerte rechazo a la democracia al «estilo occidental». Siguen considerándolo un complot extranjero contra el «establishment» chino.

*Director del Centro de Estudios del Este Asiático en la Universidad de Pensilvania. Preguntas de Ángel Nieto