Supremacía blanca
El peligroso resurgimiento del supremacismo blanco en EEUU
Patrick Crusius, considerado como «un solitario distante e irritable», justificó su matanza contra hispanos porque «sufrimos una invasión en Texas. Ellos son los instigadores, no yo»
Patrick Crusius, considerado como «un solitario distante e irritable», justificó su matanza contra hispanos porque «sufrimos una invasión en Texas. Ellos son los instigadores, no yo».
El panorama en EE UU no parece haber mejorado. La masacre del centro comercial de El Paso (Texas) evidencia que el supremacismo blanco sigue siendo un problema de máxima importancia para el país. Pero la crisis económica, la alerta migratoria en la frontera, la expansión del multiculturalismo, la amenaza del terrorismo yihadista y la creciente polarización política han pasado a ser el campo de cultivo perfecto para el resurgimiento de estos movimientos.
El ataque de Texas es ya el decimoctavo tiroteo con más de nueve víctimas mortales en EE UU los últimos 20 años (el de Dayton es el decimonoveno). Los medios locales identifican al asesino como Patrick Crusius, 21 años, procedente de Allen, al norte de Texas. Una población en el extremo opuesto de El Paso (también en Texas), donde realizó la masacre. Las imágenes recopiladas por los medios locales muestran a un hombre blanco, de 1,80 metros de altura. Varias personas que habían tenido un contacto casual con el asesino lo describen como «un solitario muy distante», que «no interactuaba mucho con nadie», y era «irritable y tenía mal genio».
El jefe de Policía de El Paso, Greg Allen, señalaba: «Ahora mismo tenemos un manifiesto de este individuo que indica un posible delito de odio». El documento –que en estos momentos está siendo investigado por el FBI– apareció 19 minutos antes de la primera llamada al servicio de emergencias que realizaban las víctimas del supermercado. La legisladora demócrata Verónica Escobar apuntaba que «la narrativa del manifiesto está alimentada por el odio, el racismo, la intolerancia y la división». Y es que el documento incluía comentarios como «la inacción es solo una elección», sufrimos «una invasión en Texas, ellos son los instigadores, no yo» y advertía «del reemplazo de la gente de raza blanca por extranjeros». Lo que indica un móvil anti inmigración, concretamente migración hispana. Esto supone un cambio en la tendencia, pues el objetivo que elegían los atacantes, solía poner el foco en la población musulmana y afroamericana, y no a la población hispana. Éste es el motivo por el que Crusius eligió la ciudad de El Paso. En esta ciudad, el 80% de los 700.000 habitantes es de ascendencia hispana.
El manifiesto, titulado «Una incómoda verdad», contenía elogios a los atentados de Christchurch del 15 de marzo de 2019. Una matanza realizada por Brenton Terrent que dejó 51 muertos en dos mezquitas de Nueva Zelanda: la mezquita de Linwood, en la que dejó tras de sí siete muertos; y en la mezquita de Al Noor, donde mató a 42 personas. Esta última matanza fue emitida en directo a través de las redes sociales. Terrent también dejó un testimonio donde, a su vez, alababa el manifiesto y los actos de Anders Breivik, un supremacista noruego que mató a 77 personas hace ya ocho años. El manifiesto de Breivik inspiró a otros asesinos de masas, como a Dylann Roof, un joven de 21 años que en el año 2015 entró en una Iglesia frecuentada por feligreses afroamericanos de Charleston, en Carolina del Sur (EE UU) y abrió fuego, asesinado a nueve personas. O a Adam Lanza, de 20 años, que mató en el año 2012 a 28 personas, muchos de ellos niños, en el colegio Sandy Hook, en Newtown.
La expansión de la violencia racial en los últimos años es un fenómeno que ha golpeado con contundencia a EE UU, que parece ser especialmente sensible a las ideologías supremacistas: desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, el extremismo nacionalista ha provocado más muertes en suelo estadounidense que el extremismo islamista, solo el año pasado 40 personas fueron asesinadas, y el total de grupos de supremacismo blanco han aumentado en un 50%, llegando a contabilizar algo menos de mil, según la organización Southern Poverty Law Center. Christopher Wray, director del FBI, aseguraba que esta tendencia se estaba convirtiendo en una amenaza «persistente» y «generalizada» para EE UU. Contradiciendo la tesis del presidente Donald Trump, que niega que el supremacismo sea una amenaza en aumento: «Creo que es un grupo pequeño de personas que tienen problemas muy, muy graves».
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