Bruselas
El proyecto europeo se mira en el espejo
Las últimas elecciones al Parlamento Europeo han dejado a la clase política de los 28 noqueada. Si bien desde hacía tiempo se temía un ascenso de las fuerzas euroescépticas, como suele ser habitual en la Unión Europea ha tenido que ocurrir la debacle para que los políticos comunitarios –o los nacionales haciendo política europea– parezcan humanos y sensibles a lo que ocurre a su alrededor.
Tras una participación que se mantuvo en el 43%, una caída generalizada del bipartidismo y el ascenso de los euroescépticos y extremistas, viene el momento de reflexionar y buscar los porqués. Si se suman los ciudadanos que se han abstenido a los que han votado a partidos eurófobos o euroescépticos, se podría concluir que sólo un tercio de los europeos apoya el proyecto comunitario. Lo más sencillo, y en lo que se escuda buena parte de la clase política es la crisis económica. Mientras hace unos años podía creerse en un «sueño europeo» donde había un alto nivel de vida, derechos civiles en aumento y un Estado del Bienestar asentado y proteccionista, los recortes económicos han puesto al descubierto todo un mundo de miseria que se daba por superado en el continente.
Sin embargo, no todo el malestar nace de los resultados nefastos en materia económica y de empleo, sino también de un quehacer político diario de las instituciones comunitarias y dirigentes nacionales que han alejado al ciudadano de sus intereses europeos. En primer lugar, los responsables comunitarios han perdido peso. Lejos quedan los días de Delors, Kohl, Mitterand..., en los que se anteponían los intereses generales a los nacionales con proyectos a largo plazo. Ahora, quienes pilotan los mandos de la Unión piensan primero en términos electorales nacionales. Además, el ciudadano ha terminado por creerse los mensajes procedentes de las capitales de que cuando algo no funciona es por culpa de Bruselas, o que hay que hacer ajustes por mandato de la UE.
Ese «echar la culpa» constante a la UE no deja de ser un juego político alejado de la realidad pues se calcula que sólo el 20% de la legislación se establece en la UE, aunque ese porcentaje sea superior en áreas como la agricultura, los servicios financieros o el medioambiente, y más bajos en educación, protección social, vivienda o seguridad, donde las políticas nacionales guardan plenas competencias. Según el análisis hecho por el diario italiano «Corriere della Sera», estas elecciones europeas serán recordadas como la derrota histórica de un sistema político y el eclipse de los partidos tradicionales. «El voto europeo confirma una tendencia que se extiende mucho más allá del continente: el signo de nuestro tiempo es la rebelión contra las élites, las instituciones, las formas tradicionales de representación. Y Europa se percibe como la piedra angular y el garante de esas élites», señala en sus páginas de opinión.
Lo triste, señala un alto diplomático europeo, «es que los ciudadanos siempre deciden darle una patada a sus gobiernos en el trasero de la Unión Europea». A partir de ahora, los analistas en Bruselas sólo ven dos vías posibles a seguir: o dar un salto adelante en la integración, aunque sea entre un pequeño núcleo de países, o dar marcha atrás y devolver a los Estados parte de las competencias cedidas. Ésta sería la línea del primer ministro británico, David Cameron, quien sostiene que la UE se ha hecho «demasiado grande, autoritaria e intervencionista».
Con todo, hay quien cree que este bache será superado, entre otras cosas porque los grupos como el Frente Nacional galo, el UKIP británico, los euroescépticos nórdicos o el VPP belga no podrán determinar la política europea a la luz de sus resultados, pues suman sólo unos 120 escaños de los 751 existentes. El ex presidente de la Comisión Jacques Delors reconoce que el euroescepticismo está muy de moda ahora, pero «se olvida a menudo que la construcción europea nunca ha sido el curso de un río tranquilo». «Ha habido periodos de dinamismo. Ha habido fases de desaceleración o de interrogantes. Ha habido incluso crisis. Y vivimos una de ellas. Pero Europa ha continuado. Sean cuales sean los saltos que deben hacer los padres de la UE en sus tumbas, ha continuado hacia adelante», ha manifestado.
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