Japón

El revisionismo de Shinzo Abe

La Razón
La RazónLa Razón

En estas fechas del setenta aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, hay un país que destaca por los logros que ha conseguido durante este periodo, Japón. A día de hoy, cabe hablar sin reparos de un nuevo Japón, que, manteniendo lo mejor de su milenaria historia, ha sabido combinarlo sabiamente con el pulso de los tiempos actuales. Valores como esfuerzo, inteligencia, honor, solidaridad colectiva, lealtad y un espíritu generoso se fusionan en el Japón moderno con principios como el pragmatismo y la eficiencia, convirtiendo al país del sol naciente en un auténtico agente de la libertad, la paz, la cooperación internacional y la prosperidad.

Las intenciones de Japón para la comunidad internacional son nobles y generosas. Cabe recordar que es uno de los principales aportadores netos de ayuda al desarrollo en el mundo. Y contribuye de forma sincera a estabilizar la sociedad global en general y el continente asiático en particular, sumando un esfuerzo de calidad en el mantenimiento de la paz y la promoción de la democracia y prosperidad económica.

Japón es una democracia auténtica y eficiente, la tercera de las economías globales, combinando además desarrollo económico con niveles de bienestar muy altos en su población. Y lo que es mejor, desea aportar más a la sociedad internacional, transmitiendo su modelo de éxito a la misma. Desde Occidente, sostenemos además con Japón una fructífera alianza a todos los niveles, de la cual se beneficia la sociedad internacional. Japón es un amigo de Occidente que debe actualizar sus capacidades. No seamos ingenuos, habitamos un entorno de enormes posibilidades, pero no exento de amenazas. Los límites establecidos tras la Segunda Guerra Mundial, deben ser superados. Recientemente el primer ministro y la Dieta Nacional han avanzado en esta dirección, si bien la población de Japón se muestra dividida al respecto, como reflejan los últimos sondeos de opinión. Nada nuevo o sorprendente que haya debate en una sociedad democrática. No obstante, estamos ante una decisión valiente y necesaria, pues Japón tiene todo el derecho del mundo a acceder al desarrollo de sus capacidades militares. Japón es un samurái sin espadas y se ha ganado el derecho a recuperarlas, para defender mejor con ellas sus legítimos intereses nacionales y contribuir en mayor medida a la paz y a la seguridad internacionales. No caben reparos ni dudas. ¿Por qué China puede incrementar su presupuesto militar año tras año y Japón no puede mejorar sus capacidades defensivas?

Seamos realistas, el mundo necesita que Japón sea más fuerte. En el entorno actual, no basta con ser una potencia civil, porque no todos sus actores creen en la democracia. Escribía el maestro haiku Yosa Buson: «Bajo la lluvia de verano/el sendero/desapareció». Ahora Japón transita por un sendero nuevo que recoge lo mejor de su tradición e imprime al caminar el paso de la libertad.

Esperado discurso sobre el colonialismo

La elección de las palabras del primer ministro, Shinzo Abe, en su declaración de hoy por los 70 años de la capitulación de Japón en 1945 será crucial para las relaciones con sus vecinos, víctimas de las atrocidades del Ejército nipón. Abe, quien ha sido acusado por sus críticos de revisionismo histórico, prepara un texto que será atentamente seguido por los chinos y coreanos. La expansión militar de Japón entre 1919 y 1945 sigue contaminando las relaciones con sus dos vecinos. La televisión pública había recientemente afirmado que una versión de esta declaración contenía palabras como «excusas» y «agresión».

*Profesor de la UCM y analista político