Política

Extrema derecha

El SPD abre el debate fiscal a la sombra de la Gran Coalición

La Razón
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Tras celebrar su victoria electoral, Angela Merkel trató a las nueve de la mañana del lunes de hablar por teléfono con Sigmar Gabriel, pero el presidente del Partido Socialdemócrata no le devolvió la llamada hasta las once. Esta anécdota muestra nítidamente el escaso entusiasmo que despierta en el SPD compartir el poder con la canciller. La mala experiencia de la Gran Coalición que gobernó Alemania entre 2005 y 2009, que le costó su peor resultado electoral desde 1949, aún está muy reciente. De ahí que los socialdemócratas se reúnan hoy en una convención para discutir si aceptan o no iniciar negociaciones de coalición. Como Hamlet, el principal partido de la oposición se encuentra en una difícil encrucijada. Si acepta entrar en el Gobierno, corre el riesgo de sufrir una nueva sangría de votos en 2017. Pero si rechaza contribuir a la estabilidad política de Alemania y se convocan nuevas elecciones, los electores se lo harán pagar muy caro.

El «número dos» del grupo parlamentario en el Bundestag, Axel Schäfer, ya ha advertido de que el partido se enfrenta a un peligro real de escisión si su dirección decide pactar una Gran Coalición sin consultar a las bases. Por eso, las agrupaciones locales del SPD han puesto en marcha una campaña para forzar esa consulta.

Mientras, aumentan las voces que defienden permanecer en la oposición y permitir que la CDU y Los Verdes exploren las posibilidades de acuerdo. La presidenta de Renania del Norte-Westfalia, Hannelore Kraft, ha firmado una carta en contra del pacto con Merkel y el ala más a la izquierda del partido sugiere intentar una alianza roja-verde-roja con los ecologistas y los postcomunistas, que suman 319 diputados frente a los 311 de la CDU/CSU. Una hipótesis que descarta «por lo menos durante esta legislatura» la secretaria general del SPD, Andrea Nahles.

Frente a ellos, otra corriente más pragmática aboga por aprovechar la debilidad de la canciller para que asuma las principales promesas electorales socialdemócratas (un salario mínimo, más inversión en educación y una subida de impuestos a las rentas más altas) y les ceda la estratégica cartera de Finanzas, ahora en manos de Wolfgang Schäuble. Precisamente, Schäuble dejó la puerta abierta a un compromiso en política fiscal. «Habrá que mirar ahora cómo transcurren las conversaciones», aseguró al semanario «Die Ziet». Sin embargo, el secretario general de la CDU, Hermann Gröhe, salió ayer al paso para desmentir categóricamente que el partido vaya a incumplir su promesa de no aumentar la presión fiscal.