Elecciones en Alemania
El SPD discutirá con Merkel la formación de Gobierno
Los socialdemócratas aprueban el inicio de diálogo pero se resisten a repetir la Gran Coalición. La canciller sólo aceptará una «fórmula estable»
Los socialdemócratas aprueban el inicio de diálogo pero se resisten a repetir la Gran Coalición. La canciller sólo aceptará una «fórmula estable».
El Partido Socialdemócrata alemán (SPD) acordó ayer iniciar conversaciones exploratorias con los conservadores de Angela Merkel para tantear qué opciones existen de negociar un eventual gobierno en el país. El paso revierte en una doble vertiente y, aunque podría verse como un importante avance tras el fracaso de las conversaciones previas de la canciller con otros partidos minoritarios, impone una hoja de ruta que vendrá salpicada por multitud de condiciones en las que el líder socialdemócrata, Martin Schulz, impondrá su firmeza y perseverancia. De hecho, el SPD dejó ayer claro que esa luz verde no reedita de forma automática la Gran Coalición que gobernó Alemania los últimos cuatro años, sino que simplemente abre la puerta a sentarse a la mesa con Merkel para hablar de contenidos y ver qué posibilidades reales existen de formar una alianza.
«Hay diferentes modelos para un gobierno estable», aseguró Schulz. La decisión la tomó ayer un comité de doce personas a puerta cerrada, en el que el líder socialdemócrata aceptó la primera oferta de entrar en contacto con el bloque de la canciller con el objetivo de desbloquear la crisis abierta en el país tras las elecciones de septiembre. Conscientes y temerosos de que una reedición de la coalición pueda volver a perjudicar a la formación, el SPD prefiere ahora hablar de una «alianza de cooperación» y desterrar la denominación Gran Coalición que tanto les afectó en las pasadas elecciones. De hecho, Schulz advirtió de que aunque su grupo decida finalmente llegar a un acuerdo, la coalición resultante «no será más de lo mismo» y en Berlín se habla incluso de una especie de «coalición light» para alcanzar acuerdos en unos pocos puntos centrales y que el resto se negocie en el Parlamento.
El camino se presume largo y tedioso, pero aun así Merkel declaró ayer albergar «un gran respeto» por la decisión adoptada por Schulz, quien da marcha atrás a sus planes de quedar como líder de oposición, papel ahora que desempeñará el xenófobo y ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). «Vamos a concentrarnos en lograr un gobierno estable», aseguró Merkel ante el congreso de su partido hermano, la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), unas horas después de que la ejecutiva socialdemócrata aprobara abrir el diálogo para sondear la posibilidad de un acuerdo.
Antes de un eventual sí definitivo, el SPD tiene previsto además celebrar un congreso extraordinario en enero y, posteriormente, preguntar a sus 440.000 afiliados en una consulta si están de acuerdo en entrar como socios menores en el Gobierno. Con este calendario en el horizonte se cree que, en el mejor de los casos, Alemania no contará con un Gobierno hasta marzo o abril. Hace una semana, Schulz solicitó a las bases del SPD que autorizaran un primer acercamiento con Merkel. Consciente de la reticencia que existe en sus filas a reeditar la coalición, el político se comprometió a plantear a la canciller otras fórmulas de Gobierno.
El líder socialdemócrata indicó que las conversaciones comenzarán a principios de enero, pero antes volverá a reunirse con Merkel el próximo miércoles para dejar más claro el calendario. Aunque la canciller quiere alcanzar un acuerdo con el SPD, también ha reiterado su única disposición a reeditar la Gran Coalición. De hecho, y a pesar de la firmeza de Schulz, el resto de posibles constelaciones han sido rechazadas por el bloque conservador de la canciller, que únicamente se muestra dispuesto a cerrar un «Gobierno estable», es decir, una alianza que goce de mayoría parlamentaria y que pueda imponer sus políticas sin necesidad de alcanzar de forma sistemática acuerdos puntuales. Con este planteamiento, Merkel descarta de plano cualquier otro modelo de colaboración entre los dos principales partidos y complica la salida a un Schulz con las manos atadas que quiere explorar nuevas fórmulas de Gobierno que permitan al SPD subrayar su perfil de adalid de la justicia social.
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