Italia
El tecnócrata que saltó al fango político
Su prestigio como economista y ex comisario europeo (1994-2004) convirtieron a Mario Monti (Varese, 1943) en el hombre idóneo para encabezar en noviembre de 2011 un Gobierno técnico que alejara a Italia del precipicio financiero al que la había conducido Silvio Berlusconi. Conocedor de los males de su país, el nuevo jefe de Gobierno puso en marcha sin dilación las receta que no se habían atrevido a poner en marcha los Gobiernos italianos de los últimos veinte años. Reducción del gasto público, subidas de impuestos, liberalización de los sectores profesionales, reforma del mercado de trabajo, retraso de la edad de jubilación... 3.000 medidas en 401 días en el Palacio Chigi (residencia del jefe de Gobierno). Hasta su dimisión en diciembre pasado, cuando un Silvio Berlusconi acosado por sus problemas judiciales decidió retirar su apoyo al Gobierno tecnócrata de Monti, al que apodaba la "marioneta de Merkel".
Ante las insistentes presiones de sus colegas europeos y los empresarios para que se presentara a las elecciones, "Il Professore"cedió finalmente a la tentación de dar su salto oficial a la política. Como no puede ser candidato a diputado para no perder su condición de senador vitalicio, Monti no figura en ninguna lista electoral, sino que apadrina a Elección Cívica, una alianza creada "ad hoc"por dos pequeñas formaciones centristas (la Unión de Centro de Pier Ferdinando Casini y Futuro y Libertad de Gianfranco Fini) que puede ser la llave del próximo Gobierno.
A partir de entonces el tecnócrata se transforma en un político al uso que no duda en atacar frontalmente y con su característica ironía a sus rivales, especialmente a Berlusconi, al que llama "encantador de serpientes"y "flautista de Hamelin". "Entro en política para darle un futuro a nuestros hijos. Y con veinte años de promesas y de mala gobernanza, la vieja política ha puesto en peligro a Italia. Me han llamado para tomar las decisiones que ellos no han tenido la valentía de tomar", se jacta. Y es que Monti se presenta como "el único capaz de seguir adelante en el camino del saneamiento y la credibilidad recuperada".
Con la intención de paliar su imagen de hombre serio y frío, el ex comisario europeo ha tratado de mostrar su perfil más humano durante la campaña con frecuentes entrevistas y apariciones en televisión en las que ha llegado a beber una cerveza o adoptar un perro en directo.
Con todo, el cambio de rumbo del primer ministro en funciones no parece haber satisfecho a los italianos, que preferían al Monti apolítico que huía de las batallas partidistas. De ahí que su popularidad cayera del 70% al 30% antes incluso de entrar en política y su coalición haya sido relegada a la cuarta posición en los sondeos. Ni su catolicismo militante, ni su defensa de familia tradicional le han granjeado tampoco el favor de la Iglesia, que apenas le ha brindado un discreto apoyo, consciente de sus escasas posibilidades electorales.
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