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Erdogan reescribe la historia
Turquía continúa con su particular campaña de negar el genocidio armenio y cargarles la culpa a otros. Ankara hizo otra vez oídos sordos a la petición del Parlamento Europeo de reconocer la matanza de armenios como genocidio y su realidad histórica en el centenario de su conmemoración. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, respondió ayer con tono de reproche a la decisión de la Eurocámara. «Vamos a dejarles la historia a los historiadores», apostilló durante un discurso en Astaná en el que consideró «nulas» y «vacías» las presiones de «parlamentos» y «políticos». Según Erdogan, «este tipo de decisiones derivan de la enemistad hacia Turquía» y son contraproducentes para las relaciones entre Ankara y Ereván. El líder turco lamentó que el Gobierno de Armenia no recogiese la «mano de amistad» tendida en 2014, cuando Erdogan expresó por primera vez sus condolencias por las víctimas del Imperio otomano. Sin embargo, este año tuvo un gesto menos conciliador al programar la celebración del centenario de la batalla de Galípoli para el 24 de abril, el mismo día en el que Armenia conmemora el genocidio.
En la misma línea, salió a la defensiva el Ejecutivo turco, que arremetió contra la decisión de la UE. Ankara acusó ayer a los diputados europeos de «fanatismo religioso y cultural» por su declaración sobre las masacres de armenios cometidas en 1915. «Una vez más intentan reescribir la historia», criticó el Ministerio del Exteriores. «La Eurocámara es famosa por querer dañar las relaciones entre Turquía y la Unión Europea», sentenció. Ankara invitó a los parlamentarios de la UE a ocuparse de las atrocidades cometidas por sus propios países durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, en vez de hablar de Turquía. «No tomamos en serio a aquellos que han aprobado esta resolución, en la que mutilan la historia y el derecho», agregó el comunicado.
Los reproches de ayer se suman a una larga lista de quejas de las autoridades turcas que empezaron el pasado domingo después de que el Papa Francisco reconociera que el armenio fue «el primer genocidio del siglo XX». Esto provocó una reacción airada y una cadena de insultos por parte de Turquía, que rechaza en los términos más enérgicos responsabilizarse de las atrocidades cometidas entre 1915 y 1923 que llevaron a la muerte de 1,5 millones de armenios. Tras el discurso del Pontífice, Turquía llamó a consultas a su embajador en el Vaticano y lo retiró. El Gobierno turco acusó al Papa Francisco de querer esparcir el odio con acusaciones sin fundamento.
Turquía se niega a usar el término genocidio por considerar que los muertos son víctimas de la guerra civil que acabó con el Imperio otomano y no de una política de exterminio. De aceptar el término, implicaría responsabilidad penal como reparación económica a las víctimas y la restitución de territorios.
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