Canadá
Filipinas amenaza con la guerra a Canadá por el envío de “basura peligrosa”
El presidente Rodrigo Duterte quiere que Canadá se lleve toneladas de basura que una empresa envió a Manila hace varios años
El presidente Rodrigo Duterte quiere que Canadá se lleve toneladas de basura que una empresa envió a Manila hace varios años
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, amenazó a Canadá con declararle la guerra si no extraen del país 50 contenedores de basura enviados en 2013 que permanecen desde entonces en un vertedero en la ciudad de Tarlac.
“Les declararé una guerra. Cargaremos los contenedores en un barco y avisaré a Canadá de que su basura está en camino para que preparen una gran recepción o se la coman si quieren”, avisó anoche Duterte en un discurso, cuya transcripción fue divulgada hoy por la oficina de prensa de presidencia.
El conflicto de la basura ha motivado varias protestas diplomáticas de Filipinas, pero el Ejecutivo canadiense se negó en su momento a actuar alegando que el envío de basura fue “una transacción privada” no avalada por el gobierno.
“Voy a advertir a Canadá, tal vez la próxima semana, de que mejor saquen esa cosa o yo mismo iré allá y derramaré su desperdicios”, advirtió el mandatario.
Ante las amenazas de Duterte, la embajada de Canadá en Manila señaló hoy en un comunicado que se ha creado un “grupo técnico”, compuesto por funcionarios de ambos países para encontrar “una solución oportuna a la eliminación de esos residuos”.
La embajada recordó que Canadá modificó en 2016 su legislación para prohibir esos envíos de “desechos peligrosos” y que hay una resolución judicial que ordena a la empresa importadora a reenviar la basura de vuelta a Canadá.
“Nos hemos comprometido a trabajar en colaboración con el gobierno de Filipinas para garantizar que el material se procese de una forma medioambientalmente responsable”, añade el comunicado.
En 2013, las autoridades aduaneras de Filipinas confiscaron 50 contenedores de desechos procedentes de Canadá que, al no ser reclamados por nadie, se dejaron pudriéndose en los puertos, aunque luego se trasladaron al vertedero de Tarlac, en el norte de Filipinas.
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