Francia

Geert Wilders, primer desafío populista en un año decisivo para la UE

La ultraderecha antieuropea se somete a una prueba de fuego en las elecciones de este miércoles. Bruselas confía en la movilización del votante moderado para frenarlo, pero sabe que su triunfo podría contagiar a Francia

El líder de la ultraderecha holandesa, Geert Wilders, obtendrá un gran resultado en las elecciones de este miércoles, según las encuestas
El líder de la ultraderecha holandesa, Geert Wilders, obtendrá un gran resultado en las elecciones de este miércoles, según las encuestaslarazon

La ultraderecha antieuropea se somete a una prueba de fuego en las elecciones de este miércoles. Bruselas confía en la movilización del votante moderado para frenarlo, pero sabe que su triunfo podría contagiar a Francia

Bruselas espera en tensa calma el resultado de las elecciones en Países Bajos este miércoles, en el que será el primer gran examen al que se enfrenta la ultraderecha europea en 2017, un año marcado por un auténtico maratón de citas electorales. La segunda gran parada llegará en los meses de abril y mayo, en las dos vueltas de las presidenciales francesas y el esprint final en septiembre con los comicios en Alemania. Un lógico temor se respira en los pasillos comunitarios, aunque las encuestas han comenzado a mostrar las grietas de los populistas. El islamófobo Geert Wilders ya cae a segunda posición en algunos sondeos, después de haberlos liderado durante meses, y podría ser superado por los liberales de Mark Rutte, el actual primer ministro. En Francia, el socialista Emmanuel Macron, en segunda vuelta, lograría imponerse a la ultraderechista Marine Le Pen sin demasiados esfuerzos en Francia.

Pero los márgenes de los sondeos son mínimos y las encuestas pueden volver a equivocarse, incapaces de destapar el voto oculto que sorprendió en Reino Unido, por ejemplo. Wilders ha sabido ser directo en su mensaje, sin complicaciones ni explicaciones: Holanda para los holandeses, cierre de fronteras, desislamizar el país. Amenaza a su vez con un referéndum del «Nexit» para salir de la UE, algo que haría inviable la economía nacional, según todos los analistas.

El auge ultra es espectacular y muy peligroso para la estabilidad europea. Si Wilders venciera, aunque tiene prácticamente imposible la posibilidad de formar gobierno, podría tener efecto contagio en Francia. Sin embargo, el investigador Fabian Zuleeg, del «think tank» Centre European Policies, opta por unirse a la corriente optimista. «No espero que los populistas estén en posiciones decisivas después de ninguna de las elecciones de 2017. Creo que no hay apenas ninguna posibilidad de que puedan conseguir lo que esperaban. Definitivamente, no habrá réplicas de lo sucedido con el Brexit o Trump», asegura. El porqué de esta pérdida de influencia vendría determinado por aliados inesperados. «En un mundo con un incremento de la incertidumbre y la imprevisibilidad, con Trump y el Brexit demostrando los efectos negativos del aislamiento y el nacionalismo, mucha gente está volviendo a la seguridad que supone la UE», añade Zuleeg, quien también apunta a la brecha generacional suscitada en Reino Unido por el Brexit como la mejor motivación para el voto. «Más gente joven se está dando cuenta de que sus decisiones políticas importan y de que la apatía no es aceptabable si tiene como consecuencia la victoria populista».

Fuentes diplomáticas comparten este análisis y creen que la llegada de Trump a la Casa Blanca y el cumplimiento estricto de su programa puede conllevar que los sectores más moderados, en el espectro de los partidos tradicionales, vean las orejas al lobo y se movilicen en contra. La severa reacción de los mercados con la escalada de la prima de riesgo francesa después de que Le Pen defendiera un modelo alternativo al euro también puede incrementar la apuesta por la seguridad frente al descontento y la apatía por el proyecto europeo en el que han caído los votantes en los últimos años.

No obstante, el fracaso de Wilders y Le Pen dependerá también de que el resto de los partidos se unan en su contra levantando un dique de contención, ya sea a través de una coalición en el caso de las legislativas de Países Bajos o en el sistema presidencialista de dos vueltas francés, si el candidato socialista es capaz de aunar el voto moderado de izquierdas y derechas e imponerse a Le Pen. Un escenario casi idéntico al que se vivió en 2002 cuando el socialista Lionel Jospin no llegó a la segunda vuelta pero sumó fuerzas con Jacques Chirac para imponerse al padre de Marine Le Pen. A pesar de esto, estas fuentes aseguran que «hay que ponerse serios, no hay que asumir que todo está ganado porque en Berlín podría haber un incremento de las fuerzas también populistas con Alternativa para Alemania» y reconocen que aunque el menor tamaño de Holanda hace menos temible una victoria de Wilders, «su papel de país fundador del proyecto europeo tiene una gran importancia simbólica».

Pero, ante la gravedad de la situación, ¿tiene estrategia Bruselas para conjurar los populismos? Parece que está más basada en los gestos que en los discursos. Al igual que en la campaña del referéndum británico, la capital comunitaria guarda un escrupuloso silencio. Cualquier alusión a Wilders puede interpretarse como una interferencia e incluso aupar el victimismo que los candidatos populistas esgrimen en contra de la burbuja de inconformismo que recorre la UE. Conscientes del malestar surgido contra su papel en los últimos años, los líderes comunitarios no quieren crear malestar contra Bruselas. En estos meses, han rebajado su discurso proausteridad con el perdón de la multa por déficit excesivo a España y Portugal; han pospuesto sine die cualquier decisión drástica sobre Grecia; no castigan a los países que incumplen el reparto de refugiados y basan su estrategia del futuro en la seguridad y control de las fronteras. Su última propuesta, el endurececimiento de las repatriaciones de inmigrantes ilegales, es interpretada en algunos sectores como un pequeño triunfo de la extrema derecha. Quizás, confían, su única victoria este año.