
Armamento
El descalabro naval de Corea del Norte, un golpe al orgullo militar de Kim Jong Un
El barco se quedó atrapado en la rampa por la que debía deslizarse y sufrió daños estructurales. El dictador, que presenciaba la botadura, califica el accidente de "acto criminal"

Corea del Norte ha visto tambalear su orgullo militar tras el fallido lanzamiento de su nuevo buque de guerra. Lo que debería haber sido un hito en la modernización naval del país se convirtió el jueves en una humillación pública cuando un destructor de 5.000 toneladas sufrió un grave accidente durante una ceremonia en el puerto de Chongjin.
Un atónito Kim Jong Un, presente en el evento, no dudó en calificar el incidente de “fracaso catastrófico” y “acto criminal”. La furia del líder norcoreano fue más que palpable. Arremetió en su habitual tono autoritario contra los funcionarios, científicos y trabajadores del astillero, señalando a cada uno de ellos como culpables de una “absoluta negligencia, irresponsabilidad y empirismo no científico”.
Este insólito reconocimiento de un error, poco común en el hermético régimen, subraya la presión interna que enfrenta Kim para demostrar su capacidad de liderazgo en un momento crítico. La Agencia Central de Noticias de Corea del Norte no escatimó en críticas: el incidente “llevó la dignidad y el amor propio de nuestro Estado al colapso" y exigió la inmediata restauración de la fragata como «un asunto político directamente relacionado con la autoridad» y apuntó a que los responsables enfrentarán consecuencias en la próxima reunión plenaria del Comité Central del Partido. Unas declaraciones de desprecio que revelan el tremendo impacto emocional del fracaso, y las posibles repercusiones políticas que podrían derivarse de una pérdida de confianza en la élite militar.
Como respuesta a esta crisis, Pyongyang disparó múltiples misiles de crucero hacia las aguas al este de la península. Este acto, más que una demostración de fuerza, parece ser un intento de reafirmar su postura belicosa y distraer la atención del fiasco naval. En el contexto internacional, estas acciones son indicativas de un régimen que, a pesar de sus fracasos, busca proyectar poder y determinación absoluta.
Un punto de inflexión
La modernización naval norcoreana estaba destinada a ser un símbolo de su ambición militar, pero este fatal episodio podría marcar un antes y un después. En el mundo de la política norcoreana, la imagen lo es todo, y una caída de la dignidad puede llevar a consecuencias inesperadas. La tormenta perfecta que podría cernirse no sólo amenaza el orgullo militar norcoreano, podría abrir la puerta a nuevas dinámicas en la región.
El nuevo buque de guerra, que se cree es el segundo de la clase Choe Hyon, ha sacudido los cimientos del país con este revés. Presentado con gran fanfarria en abril, representa la mayor embarcación de la flota del Reino Ermitaño y se presume capaz de realizar operaciones de combate integradas. Su nombre rinde homenaje a un guerrillero coreano que luchó contra los japoneses en los años 30, amigo del fundador del país y abuelo del actual mandatario.
Diseñado para manejar diversos sistemas de armas, incluidos misiles balísticos y de crucero de capacidad nuclear, este destructor es fundamental para expandir el rango operativo de las fuerzas armadas norcoreanas. Después del accidente en su botadura, Kim supervisó el lanzamiento de misiles desde la embarcación, reafirmando su compromiso con el desarrollo militar a pesar del deshonroso contratiempo.
Las autoridades estatales habían proyectado que el buque entraría en servicio activo a principios del próximo año, pero con tamaña fatalidad, la pregunta que queda en el aire es si el régimen hermético podrá superar este revés y continuar con su agenda militar, o si, por el contrario, este episodio marcará un punto de inflexión en sus aspiraciones.
Lee Sung Joon, portavoz del Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur, reveló que la fragata dañada, actualmente volcada en el mar, está equipada con sistemas armamentísticos que lo alinean con otros buques de guerra norcoreanos. Este colapso se produce en un momento crítico, en el que Kim ha presentado su arsenal militar como una respuesta a las crecientes y” graves” intimidaciones percibidas de Washington y sus aliados, quienes han intensificado sus ejercicios militares conjuntos en respuesta a la creciente provocación nuclear de Pyongyang.
En busca de afianzar el dominio naval
El líder norcoreano ha enfatizado su intención de adquirir un submarino nuclear, un paso que considera crucial para afianzar su dominio naval. A pesar de que sus capacidades marítimas son generalmente vistas como inferiores a las de Seúl, los expertos advierten que este destructor representa una amenaza relevante para la seguridad regional, al poder potenciar las capacidades ofensivas y defensivas del régimen.
Las tensiones en la península coreana han alcanzado niveles alarmantes en los últimos meses, a medida que Kim acelera el desarrollo de su arsenal atómico y de misiles, mientras establece vínculos militares con Rusia en el contexto del conflicto con Ucrania. Este acercamiento ha suscitado la inquietud de Estados Unidos, Corea del Sur y sus aliados, quienes temen que Moscú proporcione tecnología militar avanzada a Pyongyang, amplificando así la amenaza que representa su programa nuclear.
La creciente cooperación tecnológica con el kremlin podría ser un catalizador para el desarrollo de capacidades críticas en Corea del Norte, particularmente en áreas como misiles balísticos intercontinentales (ICBM), misiles balísticos lanzados desde submarinos (SLBM), submarinos de propulsión nuclear y armas nucleares de bajo rendimiento.
Desafíos de fiabilidad
A pesar de los avances, Pyongyang aún enfrenta desafíos significativos en la fiabilidad de los vehículos de reentrada y en la miniaturización de las cabezas nucleares. La asistencia rusa podría facilitar la superación de estos obstáculos, acelerando sus esfuerzos para desarrollar ojivas nucleares miniaturizadas y submarinos operativos que refuercen su disuasión.
Además, la colaboración entre estas superpotencias se extiende al ámbito espacial. En septiembre de 2023, Vladímir Putin ofreció apoyo técnico al programa norcoreano, lo que plantea implicaciones para el desarrollo de misiles balísticos intercontinentales. Solo dos meses después, funcionarios surcoreanos confirmaron que, gracias a esta intensa colaboración, sus vecinos habían lanzado con éxito su primer satélite espía.
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