Atentados terroristas en París

Guerra, ¿qué guerra?

Francia trata de liderar una nueva era contra el Estado Islámico en Siria pero le faltan socios y una estrategia. Naciones Unidas aprueba luchar contra el yihadismo «con todos los medios» pero no invoca el artículo 7. Los expertos advierten de que es necesario un ataque por tierra pero nadie quiere poner botas en Oriente

Guerra, ¿qué guerra?
Guerra, ¿qué guerra?larazon

En el último mes, el Estado Islámico ha estampado su firma en cuatro de los atentados más mortíferos del siglo XXI. El temor de que el grupo yihadista se convirtiera en una organización terrorista global ha superado las expectativas. De hecho, el mundo se enfrenta a un enemigo más feroz que Al Qaeda y para combatirlo definitivamente todavía no se ha encontrado una estrategia eficaz. Las campañas de bombardeos aéreos de la coalición internacional, liderada por Estados Unidos, han conseguido frenar el avance de los yihadistas en el norte de Irak y Siria pero no han debilitado militarmente al grupo terrorista. Su capacidad combativa no ha sido mermada. Precisamente, desde que Rusia comenzó sus ataques aéreos a finales de septiembre, los yihadistas han conseguido avances en el terreno en la provincia de Alepo. Los bombardeos rusos han ayudado principalmente a las fuerzas de Bashar Al Asad a recuperar parte del territorio perdido a manos de los rebeldes sirios. Con la nueva ofensiva de Francia contra Raqa tras los atentados de París tampoco se espera que vaya a hacer cambiar la balanza, más bien se interpreta como un ataque simbólico. La contundente y rápida respuesta del Gobierno galo al Estado Islámico no ha conseguido movilizar a Europa.

El Consejo de Segurida de Naciones Unidas aprobó ayer por unanimidad una resolución en la que insta a combatir «con todos los medios necesarios» el mal del yihadismo pero elude invocar el artículo 7 de la Carta que permite el uso de la fuerza. El texto, votado a propuesta de Francia, no deja de ser otro gesto simbólico.

«Nunca ha habido, realmente, una estrategia de la coalición contra el EI», explica a LA RAZÓN el coronel retirado Nizar Abdelkader. «Desde del comienzo se buscó bombardear sus posiciones, destruir sus arsenales o acabar con algunos de sus líderes pero sin un plan ni coordinación», señala. El principal problema es que a pesar de que la coalición contra el Estado islámico cuenta con el respaldo de una larga lista de países sus intereses no son necesariamente los mismos.

Abdelkader advierte de que «atacar objetivos del EI puede debilitar al grupo militarmente, pero no destruirlo». «Para destruir al EI sería necesaria una estrategia conjunta de bombardeos de la coalición internacional y de grupos armados opositores suníes, incluido el Frente al Nusra, y de rebeldes moderados, entrenados por Estados Unidos y financiados por Arabia Saudí», insiste.

No obstante, la estrategia de la coalición no puede considerarse un fracaso. Los ataques aéreos han logrado que las fuerzas kurdas hayan recuperado el bastión sirio de Kobani o la localidad de Sinjar, en el norte de Irak. También logró expulsar a los militantes del EI de las represas de Mosul y Haditha. Y la coalición ha ejecutado ataques de precisión que han matado a comandantes del EI.

Pero, sin duda, el mayor obstáculo que ha tenido Dáesh en Irak ha sido Irán. Es decir, las milicias chiíes entrenadas y armadas por la Guardia Revolucionaria iraní. También los combatientes kurdos «peshmerga» han hecho frente al EI.Los expertos coinciden en que los ataques aéreos tienen sus limites, por lo que va a ser necesario un despliegue internacional sobre el terreno para derrotar a EI.

Precisamente, la decisión del envío de tropas a Irak y Siria ha dividido a las potencias internacionales.

Lenta formación

La Administración Obama se ha opuesto a enviar tropas por miedo a que se repita la situación de la invasión de Irak. Tampoco Francia, Holanda y otros países europeos estarían por la labor. Pero las fuerzas locales en el terreno son insuficientes.

Los «peshmerga» están combatiendo para contener el avance yihadista en su territorio con la ayuda de la aviación de EE UU, pero el Gobierno de Bagdad no les permite avanzar más allá de las lindes de su autonomía. En cuanto a las tropas iraquíes, Washington tiene desplazados más de 2.000 asesores para formar a combatientes suníes para apoyar al Ejército nacional en su lucha contra el EI. Pero la formación de los nuevos combatientes está siendo muy lenta. Las milicias chiíes no son bienvenidas en las áreas de mayoría suní, que es el territorio donde precisamente se asienta el EI. Algo parecido ocurre con Siria. Los rebeldes sirios, de mayoría suní, nunca apoyarían al régimen sirio ni a su aliado Hizbulá para luchar contra el EI. Por el contrario, las milicias kurdo-sirias están luchando junto a rebeldes moderados, entrenados por EE UU en Turquía. El EI está endureciendo sus defensas ante un posible asalto a su capital de facto en Siria, después de que se hayan intensificado los ataques aéreos internacionales en represalia a los atentados de París. En medios militares se da por descontada una inminente ofensiva terrestre dirigida por las fuerzas kurdas y árabes procedentes de los países aliados de Estados Unidos en Siria.

Durante meses, las fuerzas anti-EI han avanzado gradualmente sus posiciones en su camino hacia Raqqa con el apoyo de los ataques aéreos liderados por EE UU capturando ciudades controladas por los yihadistas al norte y al este de la ciudad. Tomar gradualmente Raqa por las fuerzas kurdas y sus aliados sería como extirpar un tumor maligno pero no acabaría con el cáncer.